lunes, 15 de abril de 2013

LOS HOMBRES TAMBIÉN SUEÑAN, Ana Clavel


» A LA SOMBRA DE LOS DESEOS EN FLOR «

LOS HOMBRES TAMBIÉN SUEÑAN

¿Con qué fantasean los hombres trajeados cuando persiguen el éxito? ¿Acaso detrás de sus sueños de grandeza no se ocultan los juegos y los enigmas de la infancia?
Ana Clavel. La autora es narradora. "Las ninfas a veces sonríen", publicado por Alfaguara, es su libro más reciente (FOTO: )

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ANA CLAVEL
| DOMINGO, 7 DE ABRIL DE 2013 | 00:10
Todas las mujeres sueñan. Sus sueños son infinitos. Algunas sueñan con hombres, otras con mujeres, con cuentos de hadas o historias de espionaje; también con ser musas o cazadoras, cantantes de rock, astronautas, con ser artistas. El poder de los sueños es inconmensurable. Quizá por eso decía el poeta W. B. Yeats que en los sueños comienzan las responsabilidades.
Conocí a la pintora mexicana Rocío Caballero porque pintaba hadas provocadoramente sensuales; también niñas en la tina de baño cuyo rostro de inocencia insomne hubiera perturbado al mismísimo Balthus… Trabajamos juntas en el multimedia de mi novela Las Violetas son flores del deseo y Rocío confeccionó una hermosa Violeta tamaño adolescente de cartón, cubierta con frases del libro a manera de tatuajes en tinta sepia, con cajoncitos en el pecho y en el pubis que ocultaban un corazón, una carta y un sapo ensimismado, con un vientre que transparentaba otra pequeña Violeta giratoria y musical.
El ámbito de la obra de Rocío Caballero es un mundo onírico, encriptado de símbolos, en el que la tradición de la pintura figurativa, de la factura más impecable, celebra felices nupcias con códigos de lo maravilloso inconsciente. Contemplo los mensajes cifrados de sus cuadros, a manera de arcanos del tarot, y pienso que Breton, Max Ernst, Leonora Carrington, Bachelard se hubieran regocijado con sus hallazgos. Hace no mucho descubrí la belleza ocre de Todas las mujeres sueñan, una composición en la que un delicado grupo de mujeres vestidas de ninfas y con tiaras de flores sostienen el sueño salvaje de unos muchachos hambrientos de placer y depredación. ¿Cómo conjuntar dulzura y crueldad, goce sin límite y deseo tenue? Es que las mujeres de Rocío Caballero sueñan con el retablo del amor en todas sus afiladas y devoradoras facetas. Ya lo decía el biólogo Rostand, hijo del poeta autor de Cyrano: el amor es hambre… delirio devastador.
En su exposición más reciente, La búsqueda de la ataraxia (en exhibición en la Galería Óscar Román de Polanco), Rocío Caballero ensaya una nueva vertiente del arte de ensoñar: los pequeños y grandes sueños que tienen los hombres. ¿Con qué fantasean los hombres trajeados cuando persiguen el éxito? ¿Acaso detrás de sus sueños de grandeza no se ocultan los juegos y los enigmas de la infancia? ¿En qué remolinos de agua y deseo se sumergen cuando, desnudos con su sombra, se entregan al sueño solipsista del amor? ¿O atisban en sus fracasos y desesperaciones el paraíso lejano de la ataraxia, ese nirvana de renuncia en el que los deseos dejan de tener cuerpo y sombra, razón de ser?
Dice el crítico Erik Castillo que las obras de Caballero son documentaciones imaginarias, soñadas expresamente para ser contempladas en una pintura. Después de los aciertos y tomaduras de pelo del arte contemporáneo, la vuelta al soporte de la tradición como un fin estético en sí mismo, capaz de revelar iluminaciones que sólo son posibles en el horizonte de un cuadro, la obra de Rocío Caballero nos recuerda que los deseos perennes florecen a la sombra de los sueños de la pintura.
Si bien es cierto que los hombres también sueñan, igualmente lo es que mujeres y hombres se ocultan tras sus deseos. Muchos quieren ser personas de éxito, estrellas de cine, futbolistas, escritores, artistas. Alguna vez Octavio Paz escribió: "Merece lo que sueñas". Con una maestría que nos habla de la voluntad perfeccionista de un maestro del Renacimiento en su taller y un mundo poblado de voces sugerentes y misterios de la carne ensoñada, Rocío Caballero lo ha cumplido al pie de la letra, es decir, al pie de la imagen… gracias a su consumado arte de soñar.

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