CANCIÓN
A Refugio Pereida
Este poema es un cuchillo de bruma,
es una broma que brama y siembra confusión
como una flecha que atravesara una parvada.
Este poema es un cielorraso de armadillos
que cardan besos en las rodillas de la tarde;
está hecho de nada y genuflexiones de orquídeas
en las exequias de una zarigüeña.
Es un águila. Se derrite en vuelo.
Águila que a mitad de su hipnosis
le pone más velocidad al sueño.
Este poema es un recién cadáver
que resucita entre el mito y el deseo,
es el presagio de que nada existe
y nada hay más allá del hoyo en mi zapato.
Este poema es la danza desgarbada de la muerte
en su cuchitril atávico.
O bien, es tan solo un pensamiento
que rumia ruinas y ripios en el enigma del poniente.
Este poema es una cabellera enloquecida,
la noche adicta en la llanura inmóvil
venida de muy lejos, desprovista de mensajes.
Este poema creció con largueza entre mis huesos
como una herida de fuego bendiciendo mis sonajas,
como una imagen bíblica de languidez extrema
en la ventana aullante en que cavan mi sepulcro.
Este poema es el viento:
Me trae el sabor de tus labios y sus enjoyados besos.
Este poema
es el camello equivocado y el ojo de la aguja;
este poema no es muerte ni vida
ni humo ensangrentado
ni mi nagual de fuego;
es —ya lo dije— un cuchillo de bruma,
una broma que brama,
un puñal que despierta en el rojo follaje de tus ojos;
arma que se yergue para obsequiarme la otra vida.
El sueño.
es una broma que brama y siembra confusión
como una flecha que atravesara una parvada.
Este poema es un cielorraso de armadillos
que cardan besos en las rodillas de la tarde;
está hecho de nada y genuflexiones de orquídeas
en las exequias de una zarigüeña.
Es un águila. Se derrite en vuelo.
Águila que a mitad de su hipnosis
le pone más velocidad al sueño.
Este poema es un recién cadáver
que resucita entre el mito y el deseo,
es el presagio de que nada existe
y nada hay más allá del hoyo en mi zapato.
Este poema es la danza desgarbada de la muerte
en su cuchitril atávico.
O bien, es tan solo un pensamiento
que rumia ruinas y ripios en el enigma del poniente.
Este poema es una cabellera enloquecida,
la noche adicta en la llanura inmóvil
venida de muy lejos, desprovista de mensajes.
Este poema creció con largueza entre mis huesos
como una herida de fuego bendiciendo mis sonajas,
como una imagen bíblica de languidez extrema
en la ventana aullante en que cavan mi sepulcro.
Este poema es el viento:
Me trae el sabor de tus labios y sus enjoyados besos.
Este poema
es el camello equivocado y el ojo de la aguja;
este poema no es muerte ni vida
ni humo ensangrentado
ni mi nagual de fuego;
es —ya lo dije— un cuchillo de bruma,
una broma que brama,
un puñal que despierta en el rojo follaje de tus ojos;
arma que se yergue para obsequiarme la otra vida.
El sueño.
José Falconi
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