Le dije que necesitaba un nombre para un blog. Y me llevó hasta un párrafo de Cortázar. <La enfermedad de las Turas
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Ana Rodríguez Callealta y yo nos habíamos conocido en una primavera de 2012. Ella antes había publicado un libro de poemas llamado
Vértigo. Yo la admiraba por ello. Comenzamos a tener una relación discreta, por chat. Fui descubriendo su libro, me parecía excepcional para la juventud con que se había creado. Me envalentoné y le dejé algunos escritos, los cuales me fue corrigiendo. Así estuvimos un tiempo, me sentía un monigote literario al lado suya. Ana tiene muy buenos conocimientos de poesía. Ella empezó a enviarme nuevos escritos suyos. Todo a mucha velocidad. Enfermizo. De hecho, un día me dijo: <
>. Le gustaba mi manera de crear. A mí la suya me parecía soberbia. Un día, decidí llevar mis creaciones a la prosa, sin avisarle. Le dije que necesitaba un nombre para un blog. Y me llevó hasta un párrafo de Cortázar. <>, me dijo. Para Cortázar la literatura es una tura. Pero la belleza es la Tura absoluta. Ana y yo hace tiempo que estamos enfermos por la belleza de las palabras.
<>. (Julio Cortázar, Rayuela).
Yo soy Abraham, de apellidos Guerrero Tenorio. Yo no elegí ni mi nombre ni mis apellidos, pero en conjunto suenan bien.
Un día vino Elvira Lindo a dar una charla a la facultad. Cuando la terminó, la esperé para que me firmara su libro
Una palabra tuya. <<¿Cómo te llamas?>>, me preguntó. <
>, le contesté. <>.
Por ahora lo único que he hecho es este blog, La enfermedad de las Turas. En 5º de primaria le di la primera calada a un cigarro, pero luego no fumé hasta los 20. La cerveza empecé a probarla pasados los 20. Es raro. En la adolescencia me intoxiqué de Negrita y chupitos. Ahora bebo cervezas y Gin Tonics, pero los Gin Tonics llevo tres meses sin probarlos. Sólo la Fosters y laBecks Gold me curan de eso. Tardé 4 años en terminar Bachillerato, pensaba que había cosas más importantes que hacer. Ahora la mueca acude a mí cuando pienso en aquella época. En 2009 empecé una carrera que no he terminado. También tengo un poemario que no he terminado y una novela que no he empezado pero que seguramente tampoco vaya a terminar. Aunque intento emplearme en ello. Me emborracho, para que pasen cosas. También huelo mucho los libros, e intento tener mucha mierda encima, no me fío mucho de la vida cuando las cosas van bien.
Ahora vivo en Hemmingen, un pueblo tranquilo a 20 minutos del centro de Hannover. Es muy bonito y muy verde, aunque los semáforos hacen unos ruidos muy raros cuando están en verde. La gente dice que es para que puedan cruzar los ciegos. Yo por la noche imagino que es la muerte.
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