La poesía de Eliot en la pluma de Antonio Lucas
Publicado por Tes Nehuén
La poesía de Antonio Lucas es directa y fina. Ya hemos disfrutado de la maravillosa tuittrevista que realizó Verónica Gudiña y que lo tuvo como protagonista y también hemos dedicado un espacio a la lectura de “Los desengaños”.
Hoy quiero volver a esta figura ineludible de la poesía actual española pero desde otra óptica. Antonio Lucas es también un riguroso periodista que construye artículos de una lucidez impresionante y no por eso carentes de poesía, quizás justamente ese aporte lírico que le propina a sus textos lo convierta en uno de los periodistas culturales más necesarios de este tiempo. Aprovecho para recomendarles sus columnas en el diario El Mundo. Y vuelvo a él porque ha publicado una maravillosa nota sobre “La tierra baldía” de T.S Eliot en la que hace pie este artículo.
Lo que la guerra nos dejó
El final de la Primera Guerra Mundial dio cabida al surgimiento de decenas de obras que estallaron en las calles. Muchos autores impusieron la pluma contra la barbarie acontecida durante los años previos y algunos pasaron a la historia, marcando una inflexión en la voz de la literatura. Escritores de todos los puntos cardinales y las posturas ideológicas, tales como César Vallejo, James Joyce y T.S Eliot (por citar tan sólo a tres de ellos), merecidamente recordados por haber sido capaces de abrir en dos la literatura e imponer una nueva forma de enfrentar la escritura y de acercarse al lenguaje.
A propósito del lanzamiento de una nueva versión de “La tierra baldía” de T.S Eliot a cargo de la editorial Lumen, volvemos a la voz de este poeta que cambió el rumbo, o marcó un inciso, de la poesía anglosajona del siglo XX. En boca de Lucas:
Esta obra, escrita por Eliot a los 34 años tuvo una mala acogida porque alejándose de las convenciones y la arquitectura literaria de la época se plantó como una obra innovadora. No existe innovación posible sin dos cosas: crítica y sátira. Ambos elementos riegan toda la obra de Eliot pero se encuentran más intensamente en “La tierra baldía”. Cabe mencionar que Eliot recibió el apoyo de Ezra Pound quien, por lo visto, hizo sus propias acotaciones y ayudó a generar esta obra imprescindible de la literatura inglesa.
‘Todo en aquel poema es febril’, dice Lucas y acota que se nota el aporte direccional de Ezra. Esto, lejos de desmerecer el trabajo de Eliot le da más sentido: nadie hace literatura solo, nos nutrimos de las experiencias, de las lecturas y también (y eso es lo más enriquecedor y valioso) de los comentarios de nuestros maestros literarios (es bueno tenerlos). Y quizás esta obra sea el ejemplo del valioso resultado que puede alcanzarse a través del intercambio. Dos voces potentes y necesarias que se critican y se talan para ayudarse a dar lo mejor de ellos mismos para la literatura.
En lo que respecta a la obra, la ruptura de la normalidad a través de la incomodidad y el asombro es sin duda una de las cosas que más se pueden percibir en “La tierra baldía”. Se trata, sin duda, de otra impresionante obra rescatada a la que debemos volver. Y quizás sea esta la época adecuada para hacerlo. Leer el mundo de la posguerra para entender este que no sabemos bien cómo definirlo.
Hacer del idioma un acontecimiento
Entre la lectura de Lucas me quedo con algo que me ha resultado especialmente destacable. Dice que el poeta no aparece como un mero espectador de su tiempo sino más bien como un:
Hacer del idioma la coyuntura de dos épocas que huye de las premisas estereotipadas y se planta de cara a la realidad para nombrarla con las palabras de su época, quizás debería ser el objetivo de todo poeta. Y pienso en “Los desengaños” y no me cabe duda de que Lucas pone en práctica este teorema.
Vivimos en una época en la que la poesía es necesaria; nos ayuda a nombrar las heridas y a recordarnos que estamos vivos. Lucas asegura que “La tierra baldía” en esta crucial época nos lleva a una lectura cómplice que nos impulsa a meditar, a respirar y a sentirnos parte de lo que ocurre en estas páginas y también en nuestra realidad. Y es a través de la lectura (o relectura según el caso) de Eliot que podemos acercarnos a comprender el oficio no sólo de la escritura sino también de la vida.
Cierro con el extracto con el que escogió Lucas terminar su artículo y aprovecho para recomendarles a ambos: una mirada a la poesía actual de Antonio y una refrescada a la obra de Eliot siempre viva y actual; intuyo que se dirá lo mismo de la obra de Lucas dentro de 100 años, son esas voces que se te pegan y que te permiten intuir que en su tesitura hay mucho más que una época, hay una vida.
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