Lenguas originarias
Por Kalu Tatyisavi
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Con “Un saludo azul desde Kechurewe”, Elicura Chihuailaf Nahuelpan (Kechurewue, Chile, 1952), nos envió varios poemas, en el número 52 de Periódico de poesía, correspondiente al mes anterior, aparecieron dos de estos poemas en “Inéditos”, aquí comento tres de los poemas enviados por el poeta mapuche.
Hablar de Elicura es resaltar el silencio y la reflexión, es decir, el reposo de la palabra y su expresión en el tiempo como filosofía y pensamiento acumulado de su nación mapuche, su palabra destaca el cosmos como totalidad y el ser humano como parte, uniendo lo espiritual con lo terrenal, lo invisible con lo visible. Este pensamiento que las Ancianas y Ancianos acumulan por su edad y convivencia con el entorno y por el contacto cotidiano con la naturaleza, este conocimiento que se genera cuando se observa el ciclo del agua, la sabiduría que se adquiere en la lectura del sol y que se plasma en el diálogo con la tierra, así, se dan cuenta que son seres temporales y que hay que vivir en armonía. ¿Qué diferencia hay entre el poeta mesoamericano Nezahualcoyotl y Elicura? El poeta texcocano decía: “¿Es verdad, es verdad que se vive en la tierra? ¡No para siempre aquí: un momento en la tierra!”. Ahora, Elicura dice: “La Belleza, ese transitorio temblor/ que interrumpe el diálogo entre nuestro/ espíritu y nuestro corazón/ para convertirlo luego en coros sublimes/ que dan sentido a nuestro breve transitar/ por la Tierra”. La Belleza con mayúscula, como fuerza y búsqueda, con su ambivalencia de vida y dolor, pero también la Tierra como fuerza dadora de alimento y color. Elicura no necesita mayor presentación, es reconocido y conocedor, ha viajado por varios países del planeta llevando su palabra; él mismo se define como oralitor, el decir y la memoria de su pueblo ahora transformado en literatura, no porque éste sea superior, sino que aquello fue anterior. También, ha publicado varios libros y sus poemas han sido traducidos en varias lenguas, además, es músico y traductor a su lengua de Pablo Neruda. Así, en sus poemas intenta la fusión y la restitución, el diálogo entre el cuerpo y lo externo, la completud y la unidad simultáneamente: “El cuerpo, dice:/ Yo soy el árbol condenado a ser/ un árbol sin raíz […] El Espírtu, responde:/ es bello tu canto y tan profundo/ como las raíces que te sostienen”. Esto lo dice en su poema El árbol de la ternura. La nación mapuche, como todas las naciones originarias en lo que hoy es Latinoamerica dueron invadidas y masacradas por la modernidad europea desde el siglo XVI, hoy existe en esencia este proceso colonial, por eso, los mapuches resisten, reclama sus derechos, dicen, saben que su destino está entre sus manos, se aferran a su historia. Buscan la autodeterminación como una posibilidad para que sean ellos mismos quienes decidan su presente y futuro desde el asidero de su cultura y lengua. Suele suceder que algún color se fija dentro de nosotros y es el filtro por el cual miramos la realidad, así parece suceder con el color azul en Elicura, quien abreva de la naturaleza y su inmensidad, en el azul del cielo, del agua y de la lejanía. Para él, sus poemas tratan de decir, son el reflejo, por eso: “Está[n] diciendo”, como concluye en dos de estos poemas. Me viene a la mente la fuerza de la imagen en la primera estrofa del poema La primavera de Pablo Neruda: “El pájaro ha venido/ a dar la luz:/ de cada trino suyo/ nace del agua”. En su poema Luna azul, Elicura hace hablar a la luna que sueña con estar llena y conversa con la estrellas hasta el amanecer. Así es el ciclo para quien juega y palpa lo que sucede y existe a su alrededor, para quien concoce la fuerza de lo natural existente a su alrededor. En esencia es la restitución y el abrazo con uno mismo, porque somos caminantes en busca de un camino, somos seres capaces de apreciar el canto de los pájaros y del aire; el hablar milenario está en todas partes para quien sabe escucharlo y lo respeta, esto es lo que ha perdido el hombre contemporáneo y racional en su empeño de acumulación y dominación. ¿Qué más se le puede pedir a un poeta que no solamente es testigo de la lucha de su pueblo? Vlkantulen amun tranalen ñi Pewma ti Apochi Kvyen mu eypi ta Kallfv Kvyen mu: Tripan ñi amuka am ti pu wenu mvlechi rayen Tripan ñi Gvtramkan ti Wvnelfe egu Pilerpun. Luna azul Cantando voy recostada sobre mis Sueños de Luna Llena dice la Luna Azul: Salí pues a vagar entre las flores del cielo Salí pues a Conversar con el Lucero del Alba Está diciendo. Feyti wvlloñ poyen chi aliwen Feyti kalvl, feypi: Iñche tati Aliwen rumel ñi feleal geno folil aliwen geal Rume azi ñi rayen, pigen ka Ayiwvn mew fillantv ñi tapvl ayikaygvn kvrvf mew Welu tati Aliwen rumel ñi aliwen geno folil geal ¿Feyti Newen Pvllv katrv rupaley ñi mogen mew? Wezayawvn mu ta kvpan eymi mu gvmalen Ayiñwen, pipiyeeyu: Re rumel femgeanew pifun ta eymi mu Ti Pvllv, pi: Mvna azy mi vl ka rume ponwi koni ta mi nvnieetew chi pu folil reke ka welu petu kvme azel lafimi Allkvtuge ta Meli Witran Mapu ta afkaziniemu Pewmaemu ta Kvyen, pewmaeymu ta Antv Oo!, iñche ta rumel feleafulu eymi mew. El árbol de la ternura El cuerpo, dice: Yo soy el Árbol condenado a ser un árbol sin raíz Son bellas mis flores, me dicen y con Ternura cada día mis hojas acarician al viento Mas yo soy un Árbol que no desea ser un árbol sin raíz ¿Genechen* ha trazado de este modo mi destino? Por eso vengo hasta ti, llorando Amor, te estoy diciendo: Sólo deseo la eternidad de tu regazo El Espíritu, responde: Es bello tu canto y tan profundo como las raíces que te sostienen y no alcanzas aún a comprender Escucha cómo las Cuatro Tierras te acompañan Te sueña la Luna, el Sol te sueña Oo!, yo querría la eternidad de tu regazo. Kvmeke az, fey ta rupakechi nvyvn Pefalniyeel, Wenu lewfv fey chi Wenu Lewfv tayiñ leliniyeetew ka gvnezuamkefiel llawfeñkchilelu, vkañkvlelu fey tayiñ tuniyeetew chumgen: fey chi Pelom Ka chi pekenoel, la ñi Nolgepeyvm pewvtuniyelu –wechulael ñi kvzaw- tayiñ pu llazken vl wvzamnentugemvm Itro fill Mogen mew pikey tayiñ pu che: rvf kom llemay pvntvlgepenoel, trvrkvleyelu geno pichikeñma niyelu ñi mogen Kvmeke az mogen, fey chi mogen Kvmeke az mvlen ta kom pvle, fill pvle ka mvchayke tayiñ wenuñpvramafiel trepelyefiliyiñ tayiñ kimpeyvm mew kvme az poyeafiel kvmeke az ta ñi ayvwelaetew (zuamtulaetew tayiñ kutrankawvn) ñi gvren, ñi wvrwan, ñi vllum feypikellen tayiñ pu Kushe / tayiñ pu Fvcha Kvmeke az, fey ta rupakechi nvyvn katrvkonkelu ga gvtramkawyem tayiñ pvllv egu piwke pvrvmkechi llega kvme vl kvnukefi kvme feleken mew ga lelpe rupaken faw tvfachi Mapu mew. La belleza, ese transitorio temblo En lo visible, Wenuleufv el Río del Cielo que nos mira y es observado por nosotros sombras apenas, fugaces embelesándonos en nuestra verdadera condición: la Luz Y en lo invisible, el Balsero de la muerte aguardando –para cumplir su oficio- nuestros tristes cantos de separación Itro fil Mogen dice nuestra gente: la totalidad sin exclusión, la integridad sin fragmentación de todo lo viviente La belleza del vivir, de la vida La belleza que está en todo, en todas partes y que podemos celebrar en cada instante si despertamos todos nuestros sentidos para apreciarla para disfrutar de sus colores (que nos recuerdan también el dolor) sus texturas, sus aromas, sus sabores dicen nuestras Ancianas / nuestros Ancianos La Belleza, ese transitorio temblor que interrumpe el diálogo entre nuestro espíritu y nuestro corazón para convertirlo luego en coros sublimes que dan sentido a nuestro breve transitar por la Tierra. |
sábado, 16 de febrero de 2013
ELICURA CHIHUALAF NAHUELPAN, POETA, Kalu Tatyisavi
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