domingo, 10 de febrero de 2013

LA ESTIRPE DE ANTEO, Benjamín A. Araujo M.


LA ESTIRPE DE ANTEO

Baal, el enemigo de Eros, crece y se agranda,
ante otras cruzadas que pretenden
hacer del amor, un mercadeo
y no permitir a las sibilas ver al horizonte.

Baal, con cuna norteña y el alma en los bancos,
ha creado otro arco a Constantino,
y ni Virgilio desea darle crédito, ni visitarle.

La libertad se encuentra en la mano,
en la mirada, en el corazón y en el sexo,
a condición de que haya amor y verdad.

La mentira se viste de noches de verano sin luna,
dueña de la oscuridad del valle, sólo prohíbe,
nada alienta, porque sólo la nada la alimenta.

La nidada del alma reclama a Tarquino
que Lucrecia lo haya recibido sin voluntad;
y que no la llevara al monte Himeto.


Es la estirpe de Anteo que pide a su progenie,
a Poseidón y Gea, acabe con Baal y sus perturbaciones. 

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