viernes, 1 de febrero de 2013

TRES POEMAS DE RUBÉN BONIFAZ NUÑO (1923-2013)



FUE, EN EL PRINCIPIO, NUESTRO ABRAZO…
FUE, en el principio, nuestro abrazo;
el centro mellizo de esa esfera
impenetrable que en la calle,
en medio de la gente, a solas
para nosotros, convocaste;
en torno de nosotros, únicos.
Y en esa morada de silencios
entretejidos, en la calma
de aquella sorpresa compartida,
creímos los dos que era posible
lo que no puede ser. Y el tiempo
alargó la hora comprensiva.
El abrazo nuestro, los silencios
incesantes, la morada nuestra.
Y creímos admitir la vida
al pensar que nos reconocimos.
Del templo de su cuerpo (1992)
ACASO UNA PALABRA
1
Acaso una palabra
tan sólo, sé decir: al despedirme,
lo más mío de mí se precipita
afuera, y busca y toma lo que amo.
Decir adiós, hablar para perderte,
y saber que un instante,
el anudado instante en que lo digo,
puedo tenerte asida y te detengo.
Abro luego las manos, quedas libre.
Y el corazón te grita que te quedes
y no lo entiendes. Nunca
lo pudiste entender. Estamos solos.
Hay en todas las tardes una espina
extraña. Un soplo de ceniza ardiendo
tiembla en los corazones y las calles.
Es antes de la noche.
2
No sé. Todas las noches te he soñado;
por eso sufriré todos los días.
No lo puedo evitar; tú lo decías:
no lo olvida el corazón cuando se ha dado.
En el aire se mueve un desolado
olor a tiempo ausente. Las vacías
horas se van sin allma. ¿Lo sentías
al decirlo? No sé. Pero ha pasado.
Duermo: pesa mi amor sobre la palma
de tus manos, seguro como nave
por la corriente en paz que la nivela.
O la angustia de golpe me desarma;
barco sin playa soy, puerta sin llave,
soledad sin espejo: estoy en vela.
3
Te lo habrá dicho ya: que nadie muere
de ausencia, que se olvida, que un lamento
se repara con otro, y es el viento
o la raya en el agua que se hiere.
Y esta sed miserable que no quiere
perderte, acabará; y el pensamiento
por tanto tiempo tuyo, en un momento;
aunque hoy se aferre y grite y desespere.
Si todo se ha de ir, ¿por qué llegaste?
¿Por qué, si no me quieres, me has querido?
¿Ma has curado tan sólo para herirme?
Así fue; te tuviste y me dejaste;
nada me quedará: te he recibido
no más que para verte y despedirme…
Tres poemas de antes (1978)
TE HE PUESTO AHORA, MIENTRAS DUERMES…
Te he puesto ahora, mientras duermes,
la codicia táctil del oído
en el corazón, sobre las blandas
ondas litorales de tu pecho:
gavilla de olores, incesante
cosecha fragante de caminos.
Pueriles contracciones, rumbos,
compás de promesas mantenidas
por tu oficio de mujer desnuda,
con certidumbres me ilusionan.
Me hacen la invención de descubrirte
viajera sembrada de regresos;
de que escucho el mar a donde corres,
el viento de velas que alimentas,
los estuarios donde desembocas.
Cautivo yo en los sobresaltos
de tu cuerpo dormido, finjo
–rumor de alas o de ramas—
allí la sombra de tu nombre
único y cierto: el que te nombra
cuando en ti, a solas, te apacientas:
flor del lado oculto de ti misma.
Junto a tu corazón, codicio;
me hago fuerte en la condescendencia
con que toleras el abuso
de mi ignorancia. Y me guarezco
en tus playas de ondas de latidos.
Del templo de su cuerpo (1992)

No hay comentarios:

Publicar un comentario