VIVÍAS COMO SI NADA
Como si nada,
amabas el silencio,
mirabas los paisajes con encendido asombro;
gozabas de la noche, encendido en arrobo
y sólo el sufrimiento conocías en los otros.
Eras dicha falaz, pero insistente,
comías como las aves, de lo que entrega el viento.
Cantabas desde el fango, arriba de los árboles,
o desde la ventana de tu casa, feliz...
Nada ocurría en tu entorno que violara tu paz;
la música del viento, el brillo de los astros,
la puerta siempre abierta para con los demás
te hacía remar en aguas envidiables y frías.
Pero el calor llegó y se acabó tu paz.
A María, a Luisa, a Josefina, conociste
y no más; los asombros crecieron y se
acabó la paz. Tu cara trocó gestos...
Ya nada de silencio. Conociste a Teresa,
a Mercedes, a Antonia, a Elodia, Elizabeth,
a Martha, a Azucena, y agonizó en tu alma
tu silvestre mirar cómo la vida bella pasa.
Ahora las aguas turbulentas, calientes,
apasionadas mojan tu cuerpo y tu interior;
el árbol refulgente del conocimiento frondoso
crece en los jardines de tu corazón...
y eres otro y el mismo, ya la paz es pasión;
el silencio es un ruido gozoso, tu corazón
habita en pos de una obsesión. Cómo creces,
hermano...mi pésame te doy...
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