domingo, 16 de febrero de 2014

OCULTA, Felipe Garrido

Felipe Garrido
Oculta

Para Mario del Valle
–No puede verla, señor, no insista –volvió a decirme el hombre que iba alfrente, y tras él seis o siete, no sé cuántos, cerrándome el paso. Y más allá mujeres enrebozadas, borradas, como sombras. Me lo dijo con una voz dulce y apagada, como si no hablara. Nadie rozó el mango de ningún machete. En la sierra, de Cuetzalan más arriba, más allá. Habíamos llegado por caminos de herradura, entre niebla y una profusión de verdes. Me lo habían contado.
–Tampoco nosotros la hemos visto –me dijo–. Pero sienta la agüita. Vea cómo llega. Sentada al borde de las tinajas ella cepilla su cabello y así como lo cepilla llega la lluvia. El bosque se queda silencio y ella sigue y sigue, incansable, cepillando su cabello, desnuda bajo la mata oscura, del color de la obsidiana. Pura como un bosque de orquídeas. Vea allí en la selva cómo se dibuja una mujer desnuda que peina su cabello.
Entonces creí verla. Bronceada, carilarga, tibia y taciturna.

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