lunes, 14 de abril de 2014

DEL 68 A SAN ILDEFONSO Y MÁS ALLÁ, Adolfo Castañón

Del 68 a San Ildefonso y más allá 
Resaca nocturna
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Octavio Paz sigue siendo una presencia central en la cultura mexicana e hispanoamericana. ¿Tiene sentido conmemorar de manera especial el centenario de su nacimiento si el influjo del gran poeta se da de manera permanente en tantos campos del arte y el pensamiento? El expedi ente preparado en estas páginas da cuenta de la vitalidad del autor de Libertad bajo palabra en la conversación intelectual. Así lo muestran en sus ensayos Adolfo Gilly, quien revisa las búsquedas del poeta mexicano en el camino creativo del surrealismo; Ignacio Solares, quien rememora la etapa de Paz como director de la revista Plural; Adolfo Castañón, en cuyo texto se trazan la historia política de 1968 y la evolución de un escritor crítico con su presente, y Mauricio Molina, quien señala la estela vivencial de la obra paciana.
I
Dar una conferencia en esta Facultad de Filosofía y Letras es para mí un gustoso honor. 1 Vienen a la memoria mis primeros años en sus pasillos: la imagen de José Revueltas, Ignacio Osorio, Roberto Escudero, Felipe Campuzano y Alan Arias el 10 de junio de 1971 cuando Octavio Paz canceló su visita a esta Facultad luego de los acontecimientos de esa tarde; vienen a mi mente las imágenes de maestros y amigos como Huberto Batis, Ernesto Mejía Sánchez, Juan García Ponce, Salvador Elizondo, Augusto Monterroso, las imágenes y voces de mis compañeros de entonces: David Huerta, Paloma Villegas, Marcelo Uribe, Coral Bracho, Armando Pereira, Luis Chumacero, Bernardo Ruiz, Blanca Rodríguez, Graciela Cándano, Prudencio Rodríguez y Francisco Valdés; vienen a la mente las imágenes de mi revista Cave Canem en la que publiqué textos de Maurice Blanchot y Pierre Klossowski. Entre todos esos nombre quisiera dedicar las siguientes palabras a la memoria del poeta Manuel Ulacia, quien escribió El árbol milenario. Un recorrido por la obra de Octavio Paz, 2 y falleció trágicamente hace unos años. Nunca terminé mis estudios en esta casa aunque he estado cerca y dentro de ella en muchos sentidos, por ejemplo:
En 1997 el Fondo de Cultura Económica, la Facultad de Filosofía y Letras y la Fundación Cervantes propusieron a Octavio Paz a finales de 1997 la instalación de una Cátedra Extraordinaria que llevara su nombre y que sirviera como un apoyo para la discusión y el conocimiento de su obra en particular y de la literatura mexicana e iberoamericana en general. La Cátedra Extraordinaria Octavio Paz se instaló en diciembre de 1997, asesorada por un consejo compuesto por la doctora Juliana González, directora de la Facultad de Filosofía y Letras, los doctores Ramón Xirau y Adolfo Sánchez Vázquez, la maestra Fabienne Bradu y, por parte del Fondo de Cultura Económica, el señor Adolfo Castañón. Los actos inaugurales de la Cátedra contaron con la intervención de un selecto grupo de autores como Homero Aridjis, Aurelio Asiain, Alberto Blanco, Francisco Cervantes, Elsa Cross, Christopher Domínguez, David Huerta, Enrique Krauze, Eduardo Lizalde, Víctor Manuel Mendiola, Carlos Monsiváis, Marco Antonio Montes de Oca, Carlos Pereda, Elena Poniatowska, José Luis Rivas, Alejandro Rossi, Alberto Ruy Sánchez, Tomás Segovia, Francisco Serrano, Guillermo Sheridan, Ramón Xirau y Gabriel Zaid, y tuvimos el honor de contar con un mensaje del propio Octavio Paz. La conferencia inaugural estuvo a cargo del poeta y escritor José Emilio Pacheco.
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Octavio Paz, 1957
©Ricardo Salazar
A pesar de sus limitados recursos, la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz contó con la participación de prestigiados escritores e intelectuales como George Steiner (en colaboración con el Festival del Centro Histórico), Saúl Yurkiévich, Jacques Lafaye y Manuel Ulacia.
En aquella ocasión, la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz presentó la conferencia magistral del doctor Miguel León-Portilla. El título de la intervención del estudioso de las culturas del México prehispánico es “Rostros de la poesía náhuatl. Evocando a Octavio Paz”. El acto fue presentado por Gonzalo Celorio, entonces director general del Fondo de Cultura Económica y antiguo director de esta Facultad.
II
¿Por qué regresó Octavio Paz a México después de haber renunciado a la embajada en la India? ¿Cuáles fueron los motivos que lo atrajeron hacia este su solar nativo? ¿No tuvo la tentación de haberse quedado en Europa o en Estados Unidos como muestra el hecho de que solo regresara aquí unos años después, para fundar en octubre de 1971 la revista Plural?
Algunas semanas después de renunciar a la embajada de la India, luego del febril intercambio de correspondencia ulterior, Octavio Paz se dirigió en barco desde la India hacia España, pasando por Ciudad del Cabo. Desde el barco respondió algunos mensajes. Uno de ellos fue dirigido a su compañero de generación y amigo de juventud, Manuel Moreno Sánchez (1908-1993), quien le había hecho llegar a Paz un artículo escrito por él. La respuesta de Paz fue inmediata y mediata. La primera se encuentra vertida en la carta del 28 de noviembre de 1968, donde expresa sus sentimientos y resentimientos sobre la historia de México:
Al enviar mi carta de renuncia a Carrillo Flores creo que fui fiel a aquellas interminables conversaciones nocturnas, durante nuestras caminatas no menos interminables, de la Preparatoria a la Calle de Mina o a la de Ciprés —y a veces hasta Atzcapotzalco o Mixcoac. Mi renuncia no fue sino un intento más por preservar un poco esa imagen colectiva del joven que fuimos. Por esto, entre las distintas reacciones que produjo mi pequeño gesto, tres me conmovieron particularmente: tu artículo, un cable de Alejandro Gómez Arias y una llamada telefónica de Pepe Alvarado.
No sé si recordarás que hace unos 25 años, en la casa de la calle de Pánuco (todavía en vida de Salvador), nos dijiste que México había entrado ya en una nueva era histórica, a la que llamaste, para simplificar, “neo-porfirista”. Tenías razón, aunque hay una diferencia notable: durante los últimos treinta años el poder no ha sido ejercido por un caudillo sino por un partido político. Sólo que este partido se ha convertido poco a poco en una burocracia política, como las burocracias comunistas del Este europeo. La analogía entre la situación actual y los años finales del porfirismo es notable: la misma ceguera, la misma incapacidad para percibir los cambios que ha sufrido el país. En cierto modo, 1968 repite a 1908. El cambio principal, ahora, ha sido la aparición de una clase obrera —todavía dormida— y, sobre todo, de una nueva clase media, a la que pertenecen los estudiantes y los intelectuales, que exige mayor participación política, así sea de una manera aún confusa. Lo más curioso es que este cambio es la obra del sistema político imperante, su mayor logro histórico. El régimen ha envejecido tanto que es incapaz de reconocerse en sus criaturas y de dialogar con ellas. Justo Sierra pensaba que México no sería un país democrático, moderno, sino hasta que surgiese una clase media. Esa clase ya existe. Estoy seguro de que nuestro país inventará sus propias formas democráticas y de participación social, como hace 50 años encontró soluciones para los problemas heredados de la Colonia y del siglo XIX. Es una tarea que requiere aquella imaginación política de que hablábamos en nuestras conversaciones juveniles. Algo de que carecen tanto los dirigentes actuales como los viejos partidos de la izquierda fosilizada y los grupos de la izquierda frenética. Es la hora de la crítica creadora —la verdadera crítica siempre lo ha sido— y creo que tú tienes mucho que decirnos y decir a los jóvenes. 3

   
III
Estas palabras de la carta a su amigo de juventud Moreno Sánchez quedan resonando en la memoria del lector que recuerda los versos de “Nocturno de San Ildefonso”:
El muchacho que camina por este poema,
entre San Ildefonso y el Zócalo,
es el hombre que lo escribe:
esta página
también es una caminata nocturna.
Aquí encarnan
los espectros amigos, 
las ideas se disipan.
El bien, quisimos el bien:
enderezar al mundo.
No nos faltó entereza:
nos faltó humildad.
Lo que quisimos no lo quisimos con inocencia.
Preceptos y conceptos,
soberbia de teólogos:
golpear con la cruz, fundar con sangre,
levantar la casa con ladrillos de crimen,
decretar la comunión obligatoria. Algunos
se convirtieron en secretarios de los secretarios
del Secretario General del Infierno.
La rabia
se volvió filósofa, su baba ha cubierto al planeta.
La razón descendió a la tierra,
tomó la forma de patíbulo —y la adoran millones.
Enredo circular: todos hemos sido,
en el Gran Teatro del Inmundo;
jueces, verdugos, víctimas, testigos,
todos
hemos levantado falso testimonio contra los otros
y contra nosotros mismos. Y lo más vil: fuimos
el público que aplaude o bosteza en su butaca.
La culpa que no se sabe culpa, la inocencia,
fue la culpa mayor.
Cada año fue monte de huesos. 4
Muchos se han preguntado por qué Octavio Paz regresó a México luego de aquella renuncia a la embajada de ese otro México que es la India, si tenía las puertas abiertas de las universidades y espacios académicos de Europa y Estados Unidos. Acaso la respuesta sea que Paz se vio interiormente apremiado por el malestar, por la vergüenza. En el poema de la serie “Intermitencias del oeste (3) (México: Olimpiada de 1968)”, dedicado “A Dore y Adja Yunkers” dice:
La limpidez
(quizá valga la pena
escribirlo sobre la limpieza
de esta hoja)
no es límpida:
es una rabia
(amarilla y negra
acumulación de bilis en español)
extendida sobre la página.
¿Por qué?
La vergüenza es ira 
vuelta contra uno mismo:
                                   si 
una nación entera se avergüenza
es león que se agazapa 
para saltar. 
(Los empleados
municipales lavan la sangre 
en la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora,
manchada
antes de haber dicho algo
que valga la pena,
la limpidez. 5
y por un sentido sacrificial y trágico de expiación. Volvería a México siguiendo el dictado de las voces provenientes del lado oscuro de lo sagrado. La dedicatoria a Adja y Dora Yunkers traduce la afinidad del poeta mexicano con el artista plástico de origen ruso nacionalizado norteamericano (1900-1983) y con su esposa: Paz escribiría un ensayo titulado “La invitación al espacio” 6  donde expone su simpatía por esta aséptica vocación pictórica guiada por el despojo, la desnudez y la vía negativa como vía activa. Yunkers pertenece a lo que podría denominarse la diáspora de la vanguardia. Yunkers colaboró con Paz en distintos libros de artista como Poems for Marie Jose (1969) y Blanco (1974), entre otros.
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Octavio Paz, 1970
©Sara Facio
Algunos años antes, en la sección “Intermitencias” del libro Ladera este, Paz publicó un breve poema, que es en realidad un retrato de tres generaciones: la del abuelo-caballero, la del padre-aventurero y la del hijo-pordiosero de lo sagrado en la historia.
Mi abuelo, al tomar el café, 
me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.
Mi padre, al tomar la copa,
me hablaba de Zapata y de Villa, 
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.
Yo me quedo callado:
¿de quién podría hablar? 7
Desde la orilla de 2014, el lector podría responder:
de la sangre derramada en la Plaza de las Tres Culturas,
en Tlatelolco.
IV
Ni la herida abierta en Tlatelolco, ni la abierta por la renuncia de Paz primero, y luego por la escritura de Posdatase cerrarían fácilmente. A pocas semanas de su publicación Posdata se fue convirtiendo en un acontecimiento. Su primera edición, en febrero de 1970, llevó a una edición corregida y aumentada en junio y a otra de nuevo ampliada, en noviembre. El 3 de abril de 1970 Octavio Paz le escribe a Orfila acerca de Posdata: “Es alentador que el libro se venda. Eso es lo que cuenta. Los ataques escritos y verbales (sin excluir la mezquina ‘aclaración’ de Relaciones) han sido hasta ahora necios. […] Me cuentan que un diputado me acusó de ‘traición a la patria’. ¿Es verdad? Todo esto sería divertido si no revelase la incapacidad del régimen ante la crítica, su creciente anquilosis, y, por tanto, su miedo y temor ante cualquier contradicción. Ese miedo los ha llevado (y los llevará cada vez más) a la violencia: no tienen otra arma que las armas… Lo inquietante es la dificultad de llamados intelectuales para aceptar también la crítica de nuestros mitos y de nuestras creencias y sus raíces inconscientes. ¡Que Marx y Freud me amparen!”. 8  A los ojos de Paz la tumultuosa recepción de Posdata era “curiosa (mejor dicho: reveladora) la reacción de México. Tempestad en un vaso de agua”. 9  El 13 de mayo Paz refiere a Orfila: “Acabo de leer el artículo de Blanco Moheno (Bazo Mohíno debería llamarse). Qué asco. Lo único que de verdad me inquieta es que ese artículo sea el principio de una campaña contra Siglo XXI”. 10  Posdata se transformó en un catalizador: incluso un pensador como Emilio Uranga decepcionó a Octavio Paz: “Me quedé estupefacto: conocía su mala leche pero no sabía que se había vuelto tonto. Su degradación mental no es menos total que su abyección moral… Qué lástima que la discusión intelectual no sea posible ya (¿alguna vez lo fue?) en México. Esa es una de las consecuencias del régimen burocrático del PRI. La otra es la implantación de la mentira como normalidad política y social: el régimen es (pseudo) revolucionario, (pseudo) democrático, (pseudo) nacional, etcétera. Así, la contrapartida de la ausencia de crítica racional es el recurso a la injuria personal y, en lo privado, al rumor. México es el país de los rumores fantásticos y de la murmuración calumniosa porque nadie habla en voz alta…”. 11
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Octavio Paz, 1976
©Rogelio Cuéllar
El 14 de mayo de 1970, desde Londres, Carlos Fuentes le escribe a Arnaldo Orfila: “Con Octavio [Paz] he hablado anoche por teléfono, me contó el abominable artículo del no menos despreciable Blanco Moheno. […] A mí un ataque de ese miserable me parece un elogio; pero también es obvio que Moheno nunca actúa por cuenta propia, sino que cada artículo suyo le es pagado y ordenado desde arriba”. 12  El ensayo que ahora se conoce comoPosdata tiene una historia que se remonta a varios meses atrás, cuando el editor Arnaldo Orfila le propuso primero a Octavio Paz desde el 13 de junio de 1968 que se ocupara de organizar un libro sobre el movimiento estudiantil con “la crónica de los hechos, editoriales periodísticos, manifiestos, etcétera, no sólo de los hechos europeos sino de los Estados Unidos y de América Latina”. 13  A esa primera propuesta respondía Paz una semana después, el 21 de junio de 1968, que su texto sobre los acontecimientos de mayo de 68 en París tendría “predominantemente un carácter teórico: no fui testigo presencial de los acontecimientos”. 14  Los hechos violentos que se verificarían unos meses después en México cambiaron las cosas. El 23 de octubre de 68, cuando estaba a punto de embarcar hacia Europa luego de haber renunciado a la Embajada, Octavio Paz planeaba realizar “solo o en colaboración con Carlos [Fuentes]” un folleto que sea una suerte de “libro negro de la prensa mexicana así como los otros medios de comunicación. Empiezo a recibir periódicos de México (la huelga de correos de Deli trastornó el servicio por más de un mes) y estoy horrorizado e indignado”. 15  A esa misiva respondía Orfila el 31 de octubre de 68 desde México: “Ojalá que se decida a escribir ese libro negro…”. Las noticias siguientes resultaban inquietantes: “todavía no ha comenzado abiertamente una persecución a las ideas por más que se anunció con gran estruendo, la incautación por la Procuraduría de cien toneladas de impresos provenientes de Cuba, URSS, China, que llegan como de todos los países del mundo. Fue un síntoma o un intento de alarmar, con el último anuncio del secretario de la defensa de que el ejército está preparado para defender el orden interno y que se crearán tres nuevos batallones, uno de ellos de policía militar”. 16  Poco a poco la idea de hacer un libro sobre el 68 fue madurando. El 23 de enero de 1969 Octavio Paz plantea a Orfila la idea de hacer un libro colectivo sobre el movimiento del 68. En él participarían Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Gabriel Zaid, Víctor Flores Olea, Carlos Fuentes y algunos estudiantes de dentro y fuera de México y, a sugerencia de Paz, cuatro entrevistas realizadas por Elena Poniatowska. Eso es en la carta número 93 del 23 de enero de 1969 de Orfila a Paz. Posdata es un proyecto que sobrevive a aquella ambiciosa idea. Paz le escribiría a Orfila desde Austin el 7 de noviembre del 69 exponiéndole el proyecto de un nuevo ensayo que sería como
un epílogo de El laberinto pero, por lo pronto, preferiría publicarlo por separado: un pequeño libro como los que Siglo XXI hace. Mi texto podría dar, con tipo grande y espacios amplios unas 96 páginas… Pero no sé si usted se interesará en publicar mi texto o si, por razones conocidas por usted y por mí, es preferible que se publique fuera de México o en otra editorial. A continuación le doy una idea del texto.
Está dividido en tres partes. La primera es una breve reflexión sobre la revuelta juvenil mundial, con un sucinto relato de lo que ocurrió en México y una interpretación personal del sentido del movimiento estudiantil mexicano (diez páginas). Temo que algunos de los dirigentes estudiantiles discrepen de mi interpretación y estoy seguro de que mi relato llenará de furia a las altas esferas del Gobierno (a pesar de mi moderación). La segunda parte es una exposición de la evolución política, económica y social del México desarrollado (aludo sólo de paso al otro, al subdesarrollado, que es la otra mitad de México), con especial hincapié en los aspectos políticos y en la función dual del PRI y del régimen super-presidencialista; esta parte termina con el planteamiento del dilema mexicano: o reforma democrática o estancamiento político primero, después económico, violencia y, a la larga, dictadura (treinta páginas). Es posible que muchos de nuestros izquierdistas de profesión, sean ortodoxos o radicales, no coincidan entera o parcialmente con mis análisis y mis proposiciones pero, sobre todo, mi examen irritará al PRI y a los tronos y potestades de nuestro cielo político. La tercera parte es una meditación sobre la permanencia —inconsciente, no confesada, enterrada— del arquetipo azteca en nuestra historia y en nuestra vida política y espiritual (veinte páginas). Esta parte interesará a Laurette, me imagino, pero además de irritar a los herederos de Moctezuma y de los Virreyes (hay una continuidad política extraordinaria en nuestro país desde el siglo XIV hasta el XX, representada por México-Tenochtitlán), también escandalizará y molestará a los nacionalistas y a muchos arqueólogos, antropólogos y críticos de arte. Mi idea puede resumirse en lo siguiente: la clave de lo que ocurrió en Tlatelolco está en el Zócalo y las antiguas Casas de Moctezuma y la clave del Zócalo está en el Museo de Antropología y su sala central: la apoteosis de México-Tenochtitlán…
Comprendo la situación de Siglo XXI y, en particular, la de usted. Así pues, no me molestaría en lo más mínimo que usted decidiese que, por ahora, sería mejor publicar el librito en otra editorial. Creo que lo esencial es defender y preservar a Siglo XXI, en espera de mejores tiempos. 17
Paz finalizaba su carta proponiéndole a Orfila un título para su ensayo: Olimpiada y Tlatelolco. En carta del 27 de noviembre de 1969 Orfila, después de aceptar la idea, le dice a Paz: “Yo no sé qué le parecería a usted lo que en este momento se me ocurre, Posdata al Laberinto de la soledad. Si esto le parece absurdo, como podría serlo, podría llamarse: México ahora; o México 1970; o La última década mexicana, o cualquier otra cosa. Laurette me sugiere [dice Orfila en una nota al pie de la carta] la mitad del primer título: Posdata, puede ser atractivo y correcto, ¿qué le parece?”. El ensayo sería conocido con el nombre con que lo bautizó Laurette Sejourné:Posdata.El 19 de febrero de 1970 Orfila anuncia a Paz: “anoche tuve la gran alegría de recibir el primer ejemplar de su Posdata, está ya totalmente impreso y encuadernado, en una edición de 6,000 ejemplares”. Los ejemplares tardarían más de un mes en llegar a Cambridge, Inglaterra, donde residía Octavio Paz, quien acusa recibo el 11 de marzo desde Churchill, College. El 14 de marzo Orfila volvería a escribir a Paz preguntándole por su opinión sobre la edición. En esa carta también comunicaba que “Luis Villoro nos describió la muy extraña y hermosa ceremonia en Cambridge, cuando le entregaron a usted un título académico honorífico, lo que nos dio un gran gusto, sorprendiéndonos también que al secreto que impone la prensa a las noticias sobre usted, se agregue la discreción suya que no había contado esa honrosa designación”.
V
La historia de Posdata se remonta tiempo atrás. Recoge no solo el pensamiento de Octavio Paz desde El laberinto de la soledad publicado en 1949, sino también su biografía misma, indisociable de su pensamiento y acción.Posdata, Ladera este y el “Nocturno de San Ildefonso” forman un subconjunto orgánico. Irónicamente, Posdatatendría un éxito abrumador gracias, en parte, a las declaraciones —realizadas en un programa de televisión— del expresidente Gustavo Díaz Ordaz, quien hizo que se vendieran “1,100 ejemplares en el primer día de salida de la cuarta edición, del libro que él no supo leer”, según le contó Orfila a Paz el 24 de diciembre de 1970. Es cierto que el libro no necesitaba de esa ayuda pues ya desde el 11 de abril de 1970 Octavio Paz le escribe a Tomás Segovia acerca de Posdata: “Sí parece que Posdata se discute mucho aunque de todo ese ruido a mí sólo me han llegado los relinchos y las coces de las mulas y los caballos de izquierda y derecha”. 18

Algunos piensan que con lo sucedido en 1968 concluía una época de México y de su sistema político y que se iniciaba ahí una nueva edad democrática. Treinta años después, en abril de 1998, moriría Octavio Paz. Había tenido que escribir meses antes un artículo titulado “El plato de sangre”. Esas páginas hacen ver que el 2 de octubre de 1968 fue el ominoso inicio de un calendario de la violencia que nos hace tristes, errantes, contemporáneos de todos los hombres errantes.

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