miércoles, 3 de septiembre de 2014

LIBRO DEL FRÍO, Antonio Gamoneda

Libro del frío, Antonio Gamoneda

Existen dos tipos de vigilantes. Por una parte, tenemos a aquellos que hacen de su constante atención y capacidad para mantener la seguridad su profesión; incluso, en la década de los 90, los socorristas de playa resultaron ser también vigilantes. El otro tipo define a aquellos que tratan de retratar la pura cotidianedad. Entre estos, hay quien vigila las horas muertas; y en una línea artística similar, hay quien retrata un frío que todo lo envuelve. Tal último es el caso del poeta ovetense Antonio Gamoneda (1931), quien en su Libro del frío (1992) recoge una serie de observaciones (introspecciones) en clave poética que le ha valido un alto reconocimiento en el campo literario español actual. Bajo la subsiguiente ilustración de José Antonio Robés, os invitamos a afrontar la tarde de este martes con la sensibilidad con que Gamoneda contempla su mundo, nuestro mundo.
Geórgicas
Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta
cansar mi corazón.
Hay yerba negra en las laderas y azucenas cárdenas entre sombras,
pero, ¿qué hago yo delante del abismo?
Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado.
[...]
Vigilaba la serenidad adherida a las sombras, los círculos donde se depositan flores abrasadas, la inclinación de los sarmientos. Algunas tardes, su mano incomprensible nos conducía al lugar sin nombre, a la melancolía de las herramientas abandonadas. Cada mañana ponía en los arroyos acero y lágrimas y adiestraba a los pájaros en la canción de la ira: el arroyo claro para la hija dulcemente imbécil; el agua azul para la mujer sin esperanza, la que olía a vértigo y a luz, sola en el albañal entre banderas blancas, fría bajo la sarga y los párpados ya amarillos de amor. Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza y sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto entre las sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía entrar las sombras en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario