lunes, 7 de abril de 2014

CUATRO BREVES POEMAS CHINOS


Ilustración de Gabriela Podestá

De Breves poemas chinos

Mirada
La luna se eleva y mi lámpara se apaga
Desde el fondo de este paisaje abismal se eleva un canto lejano
El hombre alza los ojos y mira allá en lo alto el amor
“¡Oh, tú, claridad pura! ¡claridad pura, inúndame siempre!”
 
Chan Hu
Retorno I
¡Cuánto tiempo ha pasado, Dios mío, desde que partí!
¡Cuántas alegres primaveras sin noticias! ¡Cuántos otoños desvanecidos!
Ahora que estoy de regreso, reconozco mi terruño…
Padre, ¿me reconocéis? –¿Quién es? –Madre, ¿me reconocéis?
–¡Es él!
Li Pin
De Cien frases para un abanico
me llamas Rosa
dijo la Rosa
pero si tú supieras
mi verdadero nombre
yo me               deshojaría
más rápido
 
En el de la peonía blanca 
corazón
no hay un color
 
sino el recuerdo de un
color
 
no es un aroma
 
sino el recuerdo de un
aroma            a

De Cinco grandes odas
La musa que es la gracia
(Fragmento)
¡Una vez más! Una vez más el mar que regresa a buscarme como una barca,
El mar de nuevo que vuelve hacia mí con la marea sicigia y me levanta y mueve mi basada como una ágil galera.
Como una barca que no se atiene ya sino a su cuerda y que danza
furiosamente, y salta y se golpea y embiste, respinga y zozobra, la nariz en su estaca,
¡Como el gran pura sangre al que sujetan por la nariz y que se cimbra bajo el peso de la amazona que salta sobre él de costado y que toma brutalmente las riendas con un risa luminosa!
¡Una vez más la noche que regresa a buscarme,
como el mar que a esta hora aguarda su plenitud en silencio y une en el Océano los puertos humanos colmados de navíos que esperan y se desprenden de la compuerta y la escollera!
¡Una vez más la partida, una vez más la comunicación que se establece, una vez más la puerta que se abre!
¡Ah, estoy harto de este personaje que represento entre los hombres! ¡He aquí la noche! ¡Una vez más la ventana que se abre!
¡Y soy como la joven en la ventana del hermoso castillo blanco, bajo el claro de luna,
que oye, el corazón palpitante, ese bienaventurado silbido bajo los árboles y el tropel de dos caballos que se agitan,
y no extraña la casa, pero es como un pequeño tigre que concentra sus fuerzas, todo el corazón se alza por amor a la vida y por la gran fuerza cósmica.
¡Fuera de mí la noche y en mí el cohete de la fuerza nocturna y el vino de la Gloria y el mal de ese corazón demasiado lleno!
Versiones de Miguel Ángel Flores

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