LA MUERTE EN LA POESÍA, SÍMBOLOS Y RITOS Y FRASES CÉLEBRES
Autor: Antonio Acevedo Linares
En la poesía contemporánea los poetas también han escrito sobre la muerte. Para empezar leamos este poema, Muerte Rosa, de Andre Bretón, el fundador del surrealismo.
Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas
velas están hechas de ese solo día hora a hora
Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos
el sol blanco y negro
De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte
Cuando se la contempla desde lo alto de un precipicio
Los cometas se posarán suavemente en los bosques antes
de fulminarlos
Y todo pasará dentro del amor indivisible
Si el motivo de los ríos nunca desaparece
Antes de que sea completamente de noche observarás
La gran pausa de la plata
Sobre un pescador en flor aparecerán las manos
Que escribieron estos versos y que serán husos de plata también
Y también golondrinas de plata sobre el oficio de la lluvia
Verás el horizonte abrirse y de pronto habrá acabado el
beso del espacio
Pero el miedo ya no existirá más y los cristales del cielo y del mar
Volarán por el viento con más fuerza que nosotros
Qué haré yo con el temblor de tu voz
Sonríe danzarina alrededor del único lustro que no caerá
Trampa del tiempo
Subiré los corazones de los hombres
Para una suprema lapidación
Mi hambre dará vueltas como un diamante demasiado tallado
Trenzará los cabellos de su hijo el fuego
Silencio y vida
Pero los nombres de los amantes se olvidarán
Como la adónica gota de sangre
En la luz enloquecida
Mañana engañarás a tu propia juventud
A tu gran juventud luciérnaga
Los ecos solos harán moldes de todos los lugares que existieron
Y en la infinita vegetación transparente
Te pasearás con la celeridad
Que se pide a los animales de los bosques
Acaso te desgranes entre mis despojos
Sin verlos lo mismo que uno se arroja sobre un arma fluctuante
Pero yo perteneceré al vacío semejante a los peldaños
De una escalera cuyo movimiento se llama muy penoso
Para ti los perfumes desde entonces los perfumes prohibidos
Lo angélico
Bajo el musgo esponjoso y bajo tus pasos que no existen
Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
párpados del agua en la sombra
Me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
de tus lágrimas
Mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
Y en el tren hecho de tortugas de hielo
No tendrás que tirar de la señal de alarma
Llegarás sola a esta playa perdida
Donde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena
velas están hechas de ese solo día hora a hora
Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos
el sol blanco y negro
De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte
Cuando se la contempla desde lo alto de un precipicio
Los cometas se posarán suavemente en los bosques antes
de fulminarlos
Y todo pasará dentro del amor indivisible
Si el motivo de los ríos nunca desaparece
Antes de que sea completamente de noche observarás
La gran pausa de la plata
Sobre un pescador en flor aparecerán las manos
Que escribieron estos versos y que serán husos de plata también
Y también golondrinas de plata sobre el oficio de la lluvia
Verás el horizonte abrirse y de pronto habrá acabado el
beso del espacio
Pero el miedo ya no existirá más y los cristales del cielo y del mar
Volarán por el viento con más fuerza que nosotros
Qué haré yo con el temblor de tu voz
Sonríe danzarina alrededor del único lustro que no caerá
Trampa del tiempo
Subiré los corazones de los hombres
Para una suprema lapidación
Mi hambre dará vueltas como un diamante demasiado tallado
Trenzará los cabellos de su hijo el fuego
Silencio y vida
Pero los nombres de los amantes se olvidarán
Como la adónica gota de sangre
En la luz enloquecida
Mañana engañarás a tu propia juventud
A tu gran juventud luciérnaga
Los ecos solos harán moldes de todos los lugares que existieron
Y en la infinita vegetación transparente
Te pasearás con la celeridad
Que se pide a los animales de los bosques
Acaso te desgranes entre mis despojos
Sin verlos lo mismo que uno se arroja sobre un arma fluctuante
Pero yo perteneceré al vacío semejante a los peldaños
De una escalera cuyo movimiento se llama muy penoso
Para ti los perfumes desde entonces los perfumes prohibidos
Lo angélico
Bajo el musgo esponjoso y bajo tus pasos que no existen
Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
párpados del agua en la sombra
Me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
de tus lágrimas
Mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
Y en el tren hecho de tortugas de hielo
No tendrás que tirar de la señal de alarma
Llegarás sola a esta playa perdida
Donde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena
Pablo Neruda, el poeta político y amoroso como lo fue su obra, también dejo escrito sus poemas sobre la muerte en un poema titulado,Solo la muerte.
Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.
A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.
y su vestido suena, callado como un árbol.
Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.
Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.
La poesía de la muerte o sobre la muerte es uno de los temas de nuestra poesía de todos los tiempos. Se dice que los poetas nunca mueren, que su palabra, su poesía los trasciende más allá de la muerte, porque la poesía es un conjuro contra la muerte.
El poeta también canta a la muerte como en este poema de Walt Witman, el poeta norteamericano de la barba de hierba como dijera Neruda.
Ven, muerte hermosa y consoladora
Ondula alrededor del mundo, llega serena, llega
De día, de noche, para todos
Tarde o temprano, muerte delicada
Alabado sea el universo insondable
Para el amor y la alegría, y los objetos y saber curiosos
Y para el amor, para el dulce amor, mas loor, loor, loor
Para el abrazo seguro, estrecho, fresco, de la muerte.
Madre sombría, siempre cercana, deslizándose con pasos silenciosos
Nadie ha cantado para ti una canción de sincera bienvenida?
Entonces yo la canto para ti, yo te glorifico sobre todas las cosas
Yo te traigo una canción para que, cuando hallas de venir, vengas
sin vacilar.
Acércate, fuerte libertadora, cuando es así, cuando o has tomado,
Yo canto gozosamente a los muertos, perdidos en el océano
Amoroso que eres tú, anegados en el diluvio de tu bienaventuranza
Oh muerte.
De mi a ti, alegres serenatas, propongo danzas para saludarte
Galas y fiestas para ti y los espectáculos del paisaje
Y del cielo alto y vasto te convienen
Y la vida y los campos, y la noche inmensa y pensativa.
La noche silenciosa bajo muchas estrellas,
Las costas del océano y la ola murmurante y ronca,
cuya voz conozco
y el alma que me vuelve hacia ti, oh noche vasta y helada
y el cuerpo que se refugia, agradecido, en tu regazo.
Sobre la copa de los árboles te envío mi canción,
Sobre las olas que suben y bajan, sobre las miríadas de campos
y sobre las amplias praderas
Sobre las ciudades populosas, sobre el bullicio de los muelles
y caminos
Te envío mi canción con alegría, con alegría oh muerte.
Los símbolos de la muerte
Un esqueleto, empuñando una guadaña, se ha convertido a lo largo de los siglos en la representación de la muerte. Pero no es la única imagen.
Diferentes símbolos, como el reloj de arena, el color negro, el cuervo, el ciprés y hasta la bandera a media asta evocan también el sentido de la muerte. Los símbolos son expresiones de la naturaleza humana. La muerte tiene los suyos, aquellos que nos evocan el hecho del abandono de la vida con solo presenciarlos.
Estos son algunos de los más conocidos:
• El esqueleto. Suele representar la mortalidad y la vanidad de las aspiraciones.
• El reloj de arena, símbolo de la mortalidad y del paso del tiempo.
• Cráneos. El cráneo, por sobrevivir a la desintegración de la carne, simboliza el carácter temporal del cuerpo.
• El color negro. En la sociedad occidental, el negro es el color de la muerte, del luto. En el hinduismo, representa el tiempo; en China, el invierno, y para los egipcios, la resurrección.
• La serpiente que se muerde la cola. Desde las culturas griega y egipcia, presenta la inmortalidad y el círculo de la existencia.
• El pavo real. En el arte cristiano representa la inmortalidad. En la cultura budista, la cola de cien ojos del pavo real es símbolo de vigilancia compasiva.
• El cuervo. Considerado como ave de mal agüero, ronda por los cementerios y presagia muerte y destrucción.
• La bandera a media asta. Desde el siglo XVII, una bandera a media asta simboliza luto y duelo por una muerte. Hoy es ya un símbolo internacional.
• El árbol de la vida. Situado en el paraíso, representa la armonía tras la muerte.
• El ave Fénix. Mitad águila, mitad faisán, aparece en la mitología de Centroamérica, Oriente y Europa. Representa la muerte y la regeneración, la resurrección y el espíritu indestructible del ser humano.
• El ciprés. Símbolo de inmortalidad y de habitual presencia en los cementerios.1
La muerte en las distintas religiones
Los musulmanes y los cristianos piensan que, después de la muerte, las almas van al cielo o al infierno. Los hinduistas creen en la reencarnación y para los budistas la muerte no es más que un tránsito. Cada religión responde, según sus creencias, al misterio del dejar de ser.
Cada religión, cada creencia, responde a la pregunta que con más frecuencia se ha hecho la humanidad a lo largo de la historia. Unas y otras tratan de explicar lo que sucede después de la muerte.
Para el Cristianismo, la muerte es un tránsito desde la vida terrenal hacia Dios. Los cristianos piensan que, al morir, el cuerpo se corrompe, pero el alma sobrevive. La muerte es el descanso eterno junto al Creador, aunque para alcanzar el cielo, habrá sido preciso cumplir con los diez mandamientos que Jesús dio a sus discípulos.
Como los cristianos, los musulmanes también creen que, después de la muerte, serán juzgados según sus obras. Sus buenas o malas acciones les llevarán al cielo o al infierno. El profeta Mahoma, el que entregó el mensaje de Dios o Alá a la Humanidad, intervendrá para que no se condenen al infierno.
El Hinduismo, religión que siguen unos 750 millones de personas en todo el mundo, sostiene que existe vida después de la muerte, pero no como la ven los cristianos y musulmanes, en un paraíso no terrenal. Los hinduistas creen en la reencarnación: después de la muerte, el alma renace en este mundo, aunque no necesariamente en un cuerpo humano.
Es el karma resultante de acciones pasadas el que determina el tipo de renacimiento. La meta final de la vida, sin embargo, es la liberación del ciclo de vidas en este mundo material y la entrada en el Nirvana o paraíso. Los hinduistas creen que pueden salvarse de tres maneras: cumpliendo con los deberes propios y familiares, lograr un estado de conciencia (mediante la meditación) en el que nos demos cuenta de la identidad con Brahma y, por último, obtener la ayuda de un dios.
Los Budistas se aferran a las Cuatro Nobles Verdades: La vida está llena de sufrimiento; su causa es el deseo; extinguir el deseo hace cesar el sufrimiento; para lograrlo hay que seguir el Óctuple Camino: Visión, vida, aspiraciones, esfuerzo, palabras, conciencia, conducta y concentración correctas. 2
Los ritos de la muerte
Las Ceremonias según las diferentes tradiciones religiosas:
Cristiano Ortodoxo: Un entierro tradicional con servicio en la iglesia.
Católico: Misa en la iglesia. La mayoría de los católicos eligen un entierro tradicional con un día de velorio y visitas.
Judío Ortodoxo: Se exige el entierro del cuerpo en las primera 24 horas de ocurrida la muerte, sin embalsamamiento ni velación; ataúdes de madera.
Griego Ortodoxa: Un entierro tradicional con servicio en la iglesia.
Evangélico: Entierro tradicional con velorio y visitas.
Musulmán: Servicio tradicional de velorio y visitación con servicio en una iglesia o en una funeraria; los miembros de la comunidad acostumbran vestir y maquillar el cuerpo; entierro del cuerpo en las primera 24 horas de ocurrida la muerte.
Hindú/Islámico: Cremación de manera tradicional el mismo día y visitación.3
Frases célebres sobre la muerte
Quiero concluir este texto con frases de escritores, políticos, poetas y filósofos sobre la muerte:
"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene." Jorge Luis Borges
"Si hay vida más allá de la muerte, la muerte tiene que ser una broma estúpida".Jorge Luis Borges
"Ni temas ni desees la muerte". Marco Valerio Marcial
"Algo hay tan evidente como la muerte y es la vida". Charles Chaplin
"La muerte es una traición de Dios". Mario Benedetti
"Es más fácil soportar la muerte sin pensar en ella, que soportar el pensamiento de la muerte". Blaise Pascal
"La muerte es un ensueño sin ensueños". Napoleón Bonaparte
"La muerte es el comienzo de la inmortalidad". Maximilian Robespierre
"La muerte es más dura asumirla que padecerla". René de Chateaubriand
"Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte". Lao-tsé
"Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales". Miguel Delibes
"Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo". Platón
"No le temo a la muerte, sólo que no me gustaría estar allí cuando suceda". Woody Allen
"Aprende a vivir y sabrás morir bien". Confucio
"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos". Antonio Machado
"La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo". Epicuro de Samos
"Es más cruel temer a la muerte que morir". Publio Siro
"La muerte es el menor de todos los males". Sir Francis Bacon
"Cada instante de la vida es un paso hacia la muerte". Pierre Corneille
"¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte". Marlene Dietrich
"La satisfacción es la muerte". George Bernard Shaw
"La fuente de todas las miserias para el hombre no es la muerte, sino el miedo a la muerte". Epicteto de Frigia
"Muy sentida es la muerte cuando el padre queda vivo". Séneca
"La perfección es muerte; la imperfección es el arte". Manuel Vicent
"Incierto es el lugar en donde la muerte te espera; espérela, pues, en todo lugar".Séneca
"La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo -¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora vamos librando, saltando de bache en bache como mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que fuera con nosotros, algún día, su cruel designio". Camilo José Cela
"La muerte sólo será triste para los que no han pensado en ella". Fenelon
"La muerte es dulce; pero su antesala, cruel". Camilo José Cela
"Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere". Francisco de Quevedo y Villegas
"La muerte es el remedio de todos los males; pero no debemos echar mano de éste hasta última hora". Molière
"La muerte es una amarga pirueta de la que no guardan recuerdo los muertos, sino los vivos". Camilo José Cela
BIBLIOGRAFIA
Andrè Bretón, Antología (1913-1966) Editorial Siglo XXI. México, 1982
Pablo Neruda, Residencia en la tierra, Editorial Oveja negra, Bogota, 1983.
Walt Witmam. Hojas de Hierba, Editorial Novaro, Barcelona ,1976.
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