viernes, 14 de junio de 2013

TRANSICIÓN Y VANGUARDIA, Salvador Elizondo

Transición y Vanguardia

Por Salvador Elizondo
De la introducción a la antología MUSEO POÉTICO,
Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1974.


A pesar de que la vanguardia estalla en momentos en que la revolución en México llega a sus momentos políticos más interesantes, no puede decirse que fuera del ámbito popular la poesía obtiene características "revolucionarias" dignas de tenerse en cuenta. Antes bien, la poesía brilla por su contradicción más que por su ausencia. Algunos poetas, sin embargo, tuvieron la intuición de que estaban corriendo nuevos tiempos. Esta intuición no afloró en forma violenta; cuando menos no tanto como lo hizo en otras partes del ámbito de habla hispana por boca de poetas que se atrevieron, ya entonces, a revolucionar el lenguaje. La diferencia entre progresistas y reaccionarios no llega nunca a ser claramente clara. "Creacionismo" en Chile, "ultraismo" en España y "estridentismo" en México, vinieron a ser llamadas estas ideas axiales en el desarrollo del arte después de la Gran Guerra. Los postulados básicos de subversión de los valores establecidos en la poesía, fuerza es decirlo, sólo trataron de cumplirse en Chile. El gran poeta Vicente Huidobro (1893-1948) publica en el mismo año en que se inicia la guerra su manifiesto Non serviam que inspiraba directamente de las enseñanzas de Guillaume Apollinaire. Se trata en él, esencialmente, de una revolución contra el imperio de la Naturaleza: "Non serviam -dice Huidobro en su manifiesto de 1914-. No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo... Yo tendré mis árboles, que no serán como los tuyos; tendré mis montañas..." Estas serán los rascacielos y en lugar de pájaros hay aviones. Los poetas cantan las cosas que el hombre construye para igualar o sobrepasar a la naturaleza. Tal es el sentido de los aspectos más interesantes de la vanguardia. En México fueron tímidos, o se pretendió inscribirlos dentro de un contexto burlesco o humorístico, que lejos de ser irónico o sarcástico, se quedaba, más bien, en el costumbrismo nacionalista o en el surrealismo superficial. Damos aquí algunas de las expresiones más significativas de los efectos de este movimiento que no sería sino como la premonición de formas más serias de poesía que vendrían algunos años después de la muerte de López Velarde, que había exhalado su último aliento poético para maldecir la revolución y el cambio.
Los poemas que incluimos aquí de Manuel Maples Arce y de Renato Leduc, ambos nacidos en 1898, dan mejor cuenta del espíritu general del "avant-garde" en México, que de sus excelencias.
Y cabe consignar aquí un hecho que es como la clave de una totalidad vanguardista mexicana. La actividad poética de José Juan Tablada acerca de quien hemos comentado sumariamente en la sección anterior se extiende desde la época de la Revista Azul (1894) hasta 1945, año en que murió. Su obra pertenece, con muestras de no escaso valor a prácticamente todos los géneros conocidos o concebibles de la poesía moderna. Hemos incluido al final de la sección de los poetas modernistas una obra suya que sirve de trait d'union entre el modernismo y la etapa siguiente: Li-po. No es la última vez que nos encontraremos a este poeta que se inició en el modernismo y cuyas preocupaciones han dado lugar a algunas de las manifestaciones más interesantes de la poesía mexicana reciente.
Remitimos al alumno al Apéndice Documental en el que hemos incluido el último canto del gran poema Altazor de Huidobro. Podrá darse cuenta por sí solo del nivel al que había sido llevado el lenguaje poético en Latinoamérica hacia los comienzos de la década de los treintas, período en que este sentimiento confluye con otro que habría de dar lugar a uno de los momentos más radiantes de la historia de la poesía mexicana.

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