Ramón Bascuñana. Apolo persiguiendo a Dafne
Yo te persigo amor, aunque tú sabes
la maldición que pesa en nuestra contra.
Yo te persigo, amor, y al alcanzarte
tu carne será un tacto de madera.
El amor es así, su sino es ése.
Es el amor una categoría
del amplio espectro de las ilusiones.
Nada más alcanzarlo se transforma.
O puede ser peor se desvanece.
"El gesto del escriba". Ramón Bascuñana

El poema rememora el momento en que Apolo se abraza al cuerpo de Dafne que se está conviertiendo en tronco ramas y hojas. Dice la leyenda que Apolo adoró a ese árbol y por eso sus hojas son siempre verdes y él lleva una corona de hojas de laurel. Éste ha sido un tema tratado por otros poetas, y os recomiendo al respecto el Soneto XIII de Garcilaso, aquel que empieza: A Dafne ya los brazos le crecían...
En el siguiente enlace encontraréis más información y algunos poemas de Ramón Bascuñana: http://lasafinidadeselectivas.blogspot.com/2008/01/ramn-bascuana.html
DAFNE
Contempla cómo late, tras tan larga carrera,
su blando pecho esquivo
antes de hacerse inmóvil perfume perdurable...
Amante, estás a tiempo. Es tu ocasión postrera:
a este laurel que -exausto- detiénese un instante
aún le palpita virgen y rojo el corazón.
"Archipiélagos". Carlos Clementson.
Nota de Junio 2012: Preparando la entrada del poeta Carlos Clementson he descubierto un poema suyo de la misma temática que coloco aquí para dialogue con el de Bascuñana.
Contempla cómo late, tras tan larga carrera,
su blando pecho esquivo
antes de hacerse inmóvil perfume perdurable...
Amante, estás a tiempo. Es tu ocasión postrera:
a este laurel que -exausto- detiénese un instante
aún le palpita virgen y rojo el corazón.
"Archipiélagos". Carlos Clementson.