Federico García Lorca. El popular poeta
andaluz
Federico
del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca fue un poeta, dramaturgo y prosista
español que nació en el Municipio de Fuente Vaqueros en Granada el 5 de junio
de 1898 y murió fusilado en su misma tierra el 18 de agosto de 1936 tras la
sublevación que dio origen a la Guerra Civil Española. Fue una víctima de la
intolerancia. Conoció desde niño el desprecio, la brutalidad de una sociedad
homófoba, su muerte no fue sólo un crimen político, la saña de sus asesinos no
la motivaba solamente sus simpatías izquierdistas. La mañana de su asesinato
Juan Luis Trescastro entró en un bar granadino y dijo en voz alta para que
todos escucharan: Acabamos de matar a
Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros por el culo por maricón.
Ramón
Fernández Palmeral en su artículo ¿Por
qué fusilaron a Lorca? hace un análisis exhaustivo del incidente. Nos
señala el autor que el primero que
publicó sus investigaciones en 1950 y descubrió el lugar donde asesinaron al
poeta, el Barranco de Víznar en Los Pozos, donde se cree que hay un millar de
muertos, fue el británico Gerald Brenan en su libro The face of Spain en el
Capítulo Granada.
Se pregunta Fernández
Palmeral, ¿por qué no le perdonaron la vida al poeta durante los días que
estuvo preso en el Gobierno Civil de Granada, entre los días dieciséis y
dieciocho de agosto a pesar de las insistentes peticiones de indulto por parte
de influyentes amigos falangistas y familiares, ¿acaso le interrogaron, le
torturaron y tan mal lo dejaron que ya no podían ponerlo en libertad?. Angelina
Cordobilla, la mujer que le llevaba la comida al gobierno civil le vio vivo y
en la entrevista que le hicieron en marzo de 1975 dijo que vio encima de una
mesa un tintero, papel y una pluma, pruebas que confirman que lo tenían allí
para que denunciara a otros camaradas o amigos, o quizás hacer la lista negra y
escribir de su puño y letra su confesión.
Federico salió de Madrid el
13 de julio con la intención de celebrar su onomástico con su familia en
Granada. Hasta allí le acompañó su amigo Rafael Martínez Nadal. El poeta le
entregó un paquete cerrado y le dijo que si le pasaba algo lo destruyera y si
regresaba que se lo devolviera. En el paquete estaba la obra inédita El
Público, donde Federico aborda la homosexualidad.
Falangistas, cedistas y
milicias de católicos radicales empiezan una cacería de brujas, los hombres con
ideas políticas diferentes debían ser aniquilados, cortados de raíz para
impedir cualquier resurgimiento contra el Movimiento que los pudiera desbancar
de su poder. Increíblemente el odio entre hermanos llegó a tal extremo que
matar a otro por tener ideas contrarias, era normal y aceptado.
El 16 de agosto es asesinado
su cuñado Manuel Fernández Montesinos, médico y político, casado con su hermana
Concha, que el 10 de julio había sido elegido alcalde socialista. Hay registros
en la casa de Federico, nace el temor de poder ser detenido y decide ocultarse
en casa de su amigo Luis Rosales Camacho. Allí estuvo ocho días hasta que
llegaron a detenerlo Ramón Ruíz Alonso, Juan Luis Trescastro y Luis García
Alix. Se creyó durante mucho tiempo que uno de los hermanos de Rosales delató
al poeta, pero se ha descubierto que no fueron ellos los delatores, sino una
indiscreción de Conchita, la hermana de Federico.
Se dice que Ramón Ruíz
Alonso, al tener conocimiento de la noticia que resultó falsa, de que al Premio
Nobel Jacinto Benavente lo habían ejecutado en Madrid los del Frente Popular,
exclamó iracundamente: Bien, si ellos han matado a Benavente, entonces nosotros
haremos lo mismo con García Lorca, ¿Por qué no va alguien y se encarga de él?
No es más que un intelectual rojo, amigo de rojos y además marica.
Al poeta lo encerraron en
una de las habitaciones de la primera planta del Gobierno Civil. José Valdés
Guzmán desoyó todas las súplicas que le hicieron. Se dice que José Rosales
llegó a encañonar al Gobernador con una pistola para que dejara a Federico en
libertad y sólo se escuchó: que le den café, mucho café. Esta respuesta
superior era una evidente sentencia de muerte. El 17 de agosto llegó Luis
Rosales con una orden de libertad firmada por el Gobernador militar ante
Valdés, éste dijo que Lorca ya no estaba allí, cuando no era cierto, no le
quisieron poner en libertad. El que no se pudiera dar marcha atrás confirma de
alguna forma que lo torturaron despiadadamente.
No sabemos, o mejor dicho,
yo no lo sé, quienes apretaron el gatillo, quienes fueron los ejecutores
directos, ¿le dieron un tiro de gracia en el ano cómo se cuenta? Ian Gibson
escribe que Federico fue escoltado por guardias y falangistas de la llamada y
temida Escuadra Negra.
Salió Federico esposado. Se
lo llevaron en un coche a Víznar, por una carretera de curvas y subidas. Fue
conducido a una cuneta del camino de Alfacar, ante un viejo olivar, cerca de la
Fuente Grande, los árabes la llamaban Aynadamar, o Fuente de las Lágrimas. Allí
fue fusilado y enterrado como tantos en una fosa común, sin nombre ni cruz.
El asesinato de Lorca se
convirtió en uno de los principales cargos contra el franquismo. El mismo
Franco declaró a un periódico mexicano: ese escritor murió mezclado con los
revoltosos. Como poeta su pérdida ha sido lamentable, y la propaganda roja ha
hecho pendón de este accidente, explotando la sensibilidad del mundo
intelectual. Años más tarde diría: Para probar mi imparcialidad no obstante
haber sido muy izquierdista García Lorca, autoricé que se editaran sus obras y
que se hiciera el reclamo de la misma. La muerte de Federico le causó al
régimen muchos dolores de cabeza y arrepentimientos, quizás porque desconocían
la verdadera fama del poeta, escritor, dramaturgo y conferenciante, pensaban
que no iba a conocerse el crimen. Fue una muerte imperdonable. Representa el
paradigma máximo de la represión cultural llevada a cabo por los franquistas.
En
la actualidad Federico García Lorca es el poeta español más leído de todos los
tiempos. La primera descripción física del poeta quizás la debemos a Mora
Guarnido en un encuentro que tuvieron en una calle de Granada. Federico tenía
apenas dieciséis años de edad y corría el año de 1915…Me detuvo en la calle preguntándome: ¿es Usted Mora Guarnido? Ante mi
respuesta me tendió la mano con una cordial sonrisa diciendo: Yo soy Federico
García Lorca. Lo dijo sin timidez, con el énfasis del que ya siente en sí mismo
la certeza de un destino resaltante, el tono del que se sabe que es alguien. Y
a mí me parece estarlo viendo aún con su pálido rostro moreno, las espesas
cejas y los ojos profundos y brillantes, la negra corbata de lazo mal anudada
bajo el flojo cuello de piqué, el rostro agudizado hacia el mentón como un niño
de vidriera bizantina y un femenino lunar sobre el labio, sello de herencia
materna, una sonrisa impregnada de simpatía. Le apretaba el cabello negro y
lustroso, tolerable melena de artista. Un negro sombrerito de ala tan flexible
que se estremecía al viento como un ala de mariposa enorme, y vestía de oscuro,
con corrección de estudiante de buena familia.
Su
padre Don Federico García Rodríguez fue un hacendado, un hombre de campo de situación
económica holgada y su madre Doña Vicenta Lorca, maestra de escuela. Años
después el poeta dirá: De mi padre,
hombre de campo y andaluz neto he heredado la pasión. De mi madre, también
andaluza y maestra de escuela, la inteligencia. Fue el mayor de cuatro
hermanos: Francisco, Concha e Isabel. Desde los dos años, según uno de sus
biógrafos, Edwin Honig mostró habilidad
para aprender canciones populares y escenificar oficios religiosos.
La
influencia de su región natal se encuentra en toda su obra. Amó siempre su
tierra, sin embargo, se consideraba un miembro de la humanidad: Yo soy español integral y me sería imposible
vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser
español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica
por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama su patria
con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo.
Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del
mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.
La
familia se traslada a un lugar cercano a las tierras de Don Federico, un pueblito de una sola calle rodeado de
verdes arboledas y junto a un amable recodo del Genil, de aguas humildes, que
se puede cruzar sin mojarse el calzado saltando de piedra en piedra. El pueblo,
sin embargo, reunía características de una extraordinaria y singular
distinción. Sus pobladores en la mayor parte eran instruidos y sensibles.
Campesinos que al llegar a su casa tras la tarea del día se sentaban a leer o a
tocar el piano; gentes que compraban aquellos libros de a peseta. Mutiladas
ediciones de Nietzsche, Tolstoy, Kropotkine circulaban entre los vecinos y eran
leídas apasionadamente en las veladas. Con la lectura compartían sus
preferencias: la música. No he visto en España un pueblo de tan curiosa y fina
preparación autodidacta, escribe Mora Guarnido. En este pueblito de la vega granadina fue donde García Lorca pasó su
niñez.
El
poeta debe empezar el Bachillerato y en lugar de enviarlo a un internado, toda
la familia se traslada a Granada. Mora Guarnido también describe la casa del
poeta en esa ciudad: Una casa de pueblo
bien acomodada, de gentes que saben vivir sin privaciones ni necios alardes de
opulencia, donde se hacía una existencia sencilla y tranquila. Entramos sin
encontrar a nadie en la casa grande y confortable, dejamos a un lado el patio
con maletones de laureles y palmeras, subimos la ancha escalera con pasamanos
de madera tallada y me introdujo en la sala, amplia habitación donde las
conversaciones se escuchaban como abatidas por la sordina de cortinas, alfombra
y muebles sin estilo, pero que armonizaban delicadamente en un conjunto grato,
una sala que podía ser muy bien la decoración de Doña Rosita la soltera con
cuadros antiguos, retratos familiares, gran lámpara de cristal envuelta en gasa
rosada, cornucopia y consola junto a una de las paredes, un piano en el espacio
entre los dos balcones que daban a la calle, a cada lado del piano un butacón y
un anaquel con partituras y cuadernos de música.
Perteneció
García Lorca a la Generación del 27
que tuvo gran auge en la literatura española. La componían un grupo de poetas y
literatos que se unieron en el año 1927 después de hacerle un homenaje a Luis
de Góngora en el Ateneo de Sevilla por el tercer centenario de su muerte. Todos
ellos actuaron siempre como un grupo, no sólo de poetas, sino de amigos. Entre
sus miembros estaban Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso
Alonso, Rafael Alberti, Juan Larrea y otros.
Existe a su vez, otro gran poeta que continúa la línea creadora del
grupo del 27. Se trata del alicantino Miguel Hernández que también fue
encarcelado y murió preso. Fue a su vez, un grupo poco homogéneo. Entre ellos
también había cineastas, pintores, filólogos, caricaturistas, escultores, compositores
y arquitectos: Luis Buñuel, K- Hito, Salvador Dalí, Remedios Varo, Ángeles
Santos, Benjamín Palencia, Jesús Bal y Gay, Gustavo Pittaluga y muchos más. Las
diferentes posturas dentro del grupo tenían la intención de romper con la
tradición y forjar nuevas tendencias creativas. Ellos representaban la nueva
generación, la más rabiosa modernidad, eran provocadores e irreverentes.
A
Federico le gustaba mucho la música y en su adolescencia estudió piano. No la
abandonó jamás. Luis Cernuda comenta años más tarde una entrevista con el
poeta: Se puso al piano que tan bien
manejaba. No tenía lo que se dice una buena voz. No era guapo, acaso fuese lo
contrario, pero ante el piano se transformaba, sus rasgos se ennoblecían. Había
que quererle o que dejarle; no cabía
ya término medio. Eso lo sabía él y siempre que deseaba atraer a alguien se
ponía al piano o recitaba sus propios poemas.
En
1914 se matriculó en la Universidad de Granada en las carreras de Filosofía,
Letras y Derecho. Dos años después realiza una serie de viajes por España con
sus compañeros de estudio, conociendo en uno de ellos a Antonio Machado. En mil
novecientos dieciocho costeado por su padre, publica su primer libro en prosa: Impresiones y Paisajes que dedica a su
viejo profesor de música el catedrático Berrueta.
Al
año siguiente se traslada a Madrid y se instala en La Residencia de Estudiantes,
coincidiendo con numerosos intelectuales y literatos, se hace amigo de Salvador
Dalí, Luis Buñuel, José Moreno Villa, Emilio Prados y Rafael Alberti quien más
tarde escribe: Fue el pintor Gregorio
Prieto quien me lo presentó en la Residencia de Estudiantes. Él llegaba a
Madrid de los montes subidos de su Sierra nevada, de las torres, el agua y los
jardines de una Andalucía oculta, secreta, misteriosa tierra adentro, profunda.
Moreno oliváceo, ancha la frente, en la que le latía un mechón de pelo
empavonado; brillante los ojos y una abierta sonrisa transformable de pronto en
carcajada, aire de gitano, sino más bien de campesino, de ese hombre, fino y
bronco a la vez, que dan las tierras andaluzas.
Poseía
García Lorca unas condiciones de narrador extraordinarias. Allí, en La
Residencia solía representar delante de sus compañeros a la muerte: se tendía en la cama, cerraba los ojos y
comenzaba a contar las horas de su agonía y la semana siguiente su
fallecimiento. Su gesto se volvía terrible cuando remedaba la progresiva
descomposición de la carne. Al quinto día lo sepultaban y él describía el
cierre del ataúd, antes de subirlo al coche fúnebre. Luego imitaba el paso del
carruaje por las calles enguijarradas de Granada, camino del cementerio. De
pronto, sus rasgos se dulcificaban y el poeta sonreía. Se producía entones una
suerte de apoteosis. De un brinco se ponía en pie y liberaba a los amigos de la
angustia con una carcajada brutal y el destello de sus dientes blancos. Rafael
Alberti expresa: Había magia, duende, algo
irresistible en todo Federico. ¿Cómo olvidarlo después de haberlo visto o
escuchado una vez? Era en verdad, fascinante: cantando, solo o en el piano,
recitando, haciendo bromas e incluso, tonterías.
Por
su parte Dámaso Alonso explica: Sus
imágenes ponen en el umbral de nuestra fantasía los paisajes, el hombre, el
ambiente.
Para
Moreno Villa el poeta es un inmenso
caracoleo, un manojo de cintas de colores, pero también una honda guitarra y un
chato de manzanilla. Y Salvador Dalí escribe en su autobiografía que cuando
conoció a Lorca el fenómeno poético en su
integridad y en crudo, se presentó por sí mismo ante mí, súbitamente, en carne
y hueso, confuso, rojo de sangre, viscoso y sublime, tremulante con mil fuegos
de oscuridad y de biología subterránea, como toda materia dotada con la
originalidad de su propia forma.
Pero
no todos opinaban de esa forma del poeta. César González Ruano en su libro Mí medio siglo se confiesa a medias
expresa: A mí Federico García Lorca no me
acabó de ser nunca simpático como le fue a casi todo el mundo. Era como un
chico de pueblo ordinario que se hubiera puesto un lazo de seda en el pelo y
sentado frente a un piano a hacer gracias. Federico era feo, agitanado y con
cara ancha de palurdo. Vestía de forma cursi y presumía de ser gracioso,
espiritual y mariquita del sur. Tres o cuatro veces intentamos, sin ningún
entusiasmo una relativa amistad que quedó en nada. Nunca nos llamamos de tú y
un día coincidiendo con amigos comunes se habló de ir a casa de no sé quién
para oír algunas canciones al piano, yo dije que no podía acompañarles, él,
tomándolo como una desconsideración dijo: Usted tendrá citada una de esas Mata
Haris que meriendan bocadillos de jamón y yo respondí: ¡Hombre Federico! Es que
Usted solo conoce marineros que meriendan nardos.
En
1920 se estrenó en teatro su obra El
maleficio de la mariposa. La obra fue puesta en escena bajo la dirección de
Gregorio Martínez Sierra. El vestuario fue diseñado por el pintor uruguayo
Rafael Baradas y el espectáculo incluía bailes de La Argentinita, Encarnación
López Júlvez, una bailarina, coreógrafa y bailaora de flamenco
hispanoargentina. La obra fue un fracaso de público. Valle Inclán lo consolaba
diciéndole: Todo Madrid acabará
asistiendo a su teatro, a lo que Lorca replicaba: Lo que me temo es que vengan de uno en uno.
Al
año siguiente publicó su primer libro de versos Libro de Poemas que obtiene una calurosa crítica. Ya empezaba el
poeta a trabajar en las poesías que compondrán su Poema del cante jondo.
Y
dos años después organiza su Teatro de
Cristobitas, teatro de muñecos. El estreno se realizó en la misma casa del
poeta, se presentaron varias obras La
niña que riega la Albahaca y el Príncipe
preguntón de Lorca, el entremés de Cervantes Los dos habladores y Amor de
Don Perlimplín con Belisa en el jardín también de Lorca. Buscaba, junto con
su amigo Manuel de Falla, que se encargaba de la música, llevar el teatro a la
calle.
En 1927 publica Canciones En mil novecientos veintiocho junto a un grupo de
intelectuales granadinos edita y publica la revista Gallo, de la cual salieron solamente dos ejemplares y El Primer Romancero Gitano.
García
Lorca escribe tanto poesía como teatro donde participa no sólo en su creación,
sino también en la escenificación y montaje. En su teatro lo visual es tan
importante como lo lingüístico, predominando siempre el dramatismo.
La
poesía de García Lorca conmueve profundamente. Al leerla se sienten fuertes emociones y sufrimientos
que van más allá de lo personal. Sus letras tienen intensidad, ritmo y maravillosas
imágenes, sin dejar de ser profundamente contemporáneas a su época.
Era
un artista múltiple. Rafael Alberti refleja lo siguiente en sus escritos: Lo primero que sorprendía en García Lorca
era su simpatía semejante a una puerta por la que entraba un mar que arrebataba
todo: inmediatamente, su entusiasmo, su deliberante pasión por aquellas cosas
principales de que estaba dotado: que eran, sobre todo, la poesía y la música.
Sigue
el poeta escribiendo y editando, aparece su libro Canciones y se estrena la obra de teatro Mariana Pineda. Romance popular en tres actos en el Teatro Fontalba
en la Gran Vía de Madrid con la Compañía de Margarita Xirgú y decorados de
Salvador Dalí. La obra fue un éxito que lo consagró como Dramaturgo. Edita
también el libro que lo llevó al tope de la popularidad: El romancero gitano.
Desde
1929 hasta fines del verano en 1930 se traslada a Nueva York y a Cuba. Viaja
con quien fuera su maestro y ahora su amigo Don Fernando de los Ríos. Trabaja
arduamente. Da conferencias en la Universidad de Columbia, realiza una nueva
versión de La Zapatera prodigiosa,
escribe dos obras teatrales y allí nace su libro Poeta en nueva York el cual se publicará en México después de su
muerte con prólogo de José Bergamín y el famoso poema de Antonio Machado
alusivo a la muerte de Lorca El crimen
fue en Granada. Esta edición contiene cuatro dibujos del autor. Bergamín
expresa: Con el recuerdo siempre vivo y
punzante de sus abandonados paraísos de agua y cielo, su voz adquiere, de
repente, sinuosidades de sollozo, cadencias de suspiros. Y se ahonda, con su
mirar, en simas adecuadas a su angustia, a su terrible afán interrogante. Como
si el poeta popular andaluz, perdido en la ciudad extraña, se volviese más niño
y quisiese gritar, sin conseguirlo, en su inmensa pesadilla de muerte. Sus
versos, sus pases se enredan, como en un sueño, en blandas densidades plomizas.
Regresa
a España y vive años de gloria y plenitud. Aprovecha que su amigo Fernando de
los Ríos es Ministro de Instrucción Pública y lo interesa en un proyecto
teatral que lleva por nombre La Barraca,
la idea es un teatro estudiantil ambulante. Aceptan su propuesta y recorre las
aldeas más olvidadas de España, representando al aire libre, a los clásicos
españoles. El poeta satisfecho comenta: Yo
espero para el teatro la llegada de la luz de arriba, del paraíso. En cuanto
los de arriba bajen al patio de butacas, todo estará arreglado. El teatro es la
poesía que se levanta del libro y se hace humana.
Desde
el año 1931 sigue con su profundo trabajo: estrena Bodas de Sangre.
Ediciones Ulises publica El Poema del
Cante Jondo. Aparecen Llanto y Yerma. Graba junto a La Argentinita
cinco discos que contenían una canción en cada cara. Ella puso la voz, el
zapateado y las castañuelas y él la música de piano, el éxito fue inmediato. En
ese tiempo el poeta conoce al excelso peruano César Vallejo. Hoy en día Peter
Boyle, un reconocido poeta, catedrático y traductor australiano los ha
traducido a ambos y expresa: Hay una
fuerte afinidad en cuanto a su visión de lo que la poesía es, o debería ser, la
búsqueda de la inocencia dentro de la poesía, el tono íntimo del no mentir,
decir una verdad al mismo tiempo personal y social y una preferencia por la
simplicidad, la franqueza de la infancia, unen a los dos poetas. Conoce
también a Pablo Neruda que se impacta al conocerlo y lo conmueve hasta la dicha.
El chileno expresa: Era un relámpago
físico, una energía en continua rapidez, una alegría, un resplandor, una
ternura completamente sobrehumana. Su persona era mágica y morena, y traía la
felicidad.
En
1933 visita Buenos Aires y tuvo un éxito clamoroso. Aparecía en todos los
diarios. El mayor apogeo de un poeta de
nuestra raza, declaró Neruda.
Y exactamente dos
meses antes de su muerte termina La casa
de Bernarda Alba de la cual
Torrente Ballester ha dicho: la casa de
Bernarda Alba es el drama formalmente
más perfecto de todo el teatro español contemporáneo. El poeta no llegó a
ver la puesta en escena de la obra por Margarita Xirgú a quien Lorca había
dejado el manuscrito. Se estrenó en la década del cincuenta en el Teatro
Avenida de Buenos Aires. Rafael Alberti que asistió al estreno cuenta que al bajar el telón nos sentimos ahogados
en el silencio final, que se prolongó durante unos minutos, como si todos
esperáramos una aparición. Pero el poeta no podría aparecer nunca más en el
palco escénico de los éxitos.
Federico
García Lorca se llevó a la tumba muchos secretos. Su homosexualidad, que él
quiso secreta, no se reduce a un momento de su vida que por pudor podemos dejar
a un lado. Contemos sin críticas lo que se sabe: que sus enemigos se
aprovecharon siempre de su condición sexual para denigrarlo y que sus amigos la
ocultaron por mucho tiempo para protegerlo. Su biógrafo Ian Gibson ha
contribuido más que nadie a que se sepa la verdad y lo ha vuelto más humano sin
disminuir en nada su grandeza. El hispanista traza en su libro Lorca y el mundo gay. Caballo azul de mi locura un perfil de Lorca desde su juventud
hasta el momento de su muerte y se muestra convencido que su homosexualidad es
una de las claves para entender el mundo creado por el poeta. El libro,
igualmente, ha servido para descubrir el gran amor imposible del joven Lorca
por María Luisa nátera, una joven de quince años que conoció cuando él tenía
dieciocho. Nos dice Gibson que en su juventud el poeta luchaba contra su
condición, lo que lo llevó a buscar un gran amor y esa imposibilidad de establecer
una relación lo hizo sufrir una terrible angustia que impregnó sus primeras
poesías. Para el autor su libro no es oportunista, sino oportuno. El subtítulo
del libro Caballo Azul de mi locura
está sacado de uno de los poemas creados en nueva york y hace referencia a la
relación frustrada con el escultor Emilio Alardrén, el cual se casó con una
inglesa cuando Federico le confesó su amor. Cuentan que el escultor no tenía
demasiado talento y se aprovechó de la amistad del poeta para promocionarse.
En
la España que conoció García Lorca sólo se imaginaba el amor entre un hombre y
una mujer. El poeta fue muy pudoroso en lo referente a su vida personal y sobre
todo sexual, en la Residencia de Estudiantes todos sabían de su homosexualidad,
pero todos callaban dada la represión de aquellos tiempos. José Moreno Villa en
sus memorias dice: no todos los
estudiantes le querían. Algunos olfateaban su defecto y se alejaban de él. No
obstante, cuando abría el piano y se ponía
a cantar, todos perdían su fortaleza.
Gibson
igualmente profundiza en la intensa relación que se produjo entre García Lorca
y Dalí, aunque precisa que el profundo
temor del pintor al ver que la relación iba en serio les llevó a distanciarse.
El poeta y el pintor tuvieron una constante amistad epistolar. De las cartas de
Federico a Salvador se conservan siete y de Dalí a Lorca cuarenta. En una de
ellas expresa: Tú eres una borrasca
cristiana y necesitas de mi
paganismo. Yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Cuando murió la
esposa de Salvador, una enfermera declaró que Dalí con 34 kilos y negándose a
comer sólo decía: Mi amigo Lorca.
Con
Rafael Rodríguez Rapún, la última pareja de Lorca antes de su asesinato, tuvo
una relación que dejó una profunda huella en el poeta quién le escribe desde
Argentina: Me acuerdo muchísimo de ti.
Dejar de ver a una persona con la que ha estado uno pasando, durante meses,
todas las horas del día, es muy fuerte para olvidarlo. Máxime si hacia esa
persona se siente uno atraído tan poderosamente como yo hacia ti.
María
Teresa León, escritora y esposa de Rafael Alberti contaba que Rapún quedó completamente afligido, roto, cuando
se conoció la noticia del asesinato de Lorca. Se alistó en el ejército y
murió justo el día que se cumplía un año de la muerte de Federico.
Oscuro
o magnífico, pobre o espléndido, nuestro ayer es la matriz del presente y del
futuro y sin conocerlo y comprenderlo nunca podremos enterarnos del todo de lo
que somos y representamos, ni de lo que deben ser y representar aquellos que
nos antecedieron y los que nos sucederán en los lugares que vivimos.
La
obra de Federico García Lorca perdurará porque su belleza es producto de una
honda armonía espiritual, de una fuerza íntima que se desprende de sus letras
con un olor de tentaciones que nace de un alquimista de la vida.
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