UN PERFECTO INÚTIL
La poesía que es inmortal
y pobre…poco a poco me fue llevando
a una casi perfecta inutilidad,
con el consiguiente coste económico
que semejante situación conlleva.
Víctor Botas.
Cuando les comuniqué mi decisión,
leí en sus ojos perplejidad y espanto.
Mi padre se quedó sin palabras
-lo único que a mí me sobran-
y mi madre aseveró que, de perseverar
en el empeño, acabaría como un perfecto inútil.
Ni los premios,
ni los libros de versos publicados,
ni las cada vez más frecuentes presentaciones,
cambiaron aquella primera opinión materna.
Es más, los premios, los libros y las presentaciones
reafirmaron a mi madre en su parecer
y confirmaron sus peores sospechas.
Eres un perfecto inútil, me decía.
Desde su punto de vista, es comprensible.
No me marché de casa en su momento
y ahora, si me marcho, no es por mucho tiempo.
No he formado una familia decente y honorable,
ni les he dado nietos
que entretengan sus ocios y fines de semana,
ni poseo un trabajo estable y bien remunerado,
ni ayudo y colaboro en ninguna
organización de voluntarios,
ni he cejado en mi empeño
por alcanzar la luna de mis sueños.
Es comprensible.
A su manera,
soy un perfecto inútil.
(De Vera Efigies)
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