lunes, 25 de agosto de 2014

MASACRE EN GAZA, Michel Warschawaski


MASACRE EN GAZA

Hamas sale ganando, pero ¡a qué precio!


MICHEL WARSCHAWSKI

En el momento que escribo este artículo, la tregua y las
conversaciones para un cese el fuego se han roto como consecuencia,
una vez más, de una provocación deliberada israelí (la tentativa
fracasada de asesinado del comandante militar Mohammed Deif que ha
producido varias víctimas civiles entre las que se encuentra su mujer
y su hija pequeña). Sin embargo, es posible que en un momento en que
este artículo sea publicado se haya llegado a un acuerdo: todo el
mundo está interesado en poner fin a este round, pero no sin haber
lanzado antes la última salva con el único objetivo de poder clamar
"¡hemos ganado!". Sobre esta cuestión -¿quién ha ganado?- volveré más
tarde en mi análisis.

Una observación semántica: los media y los creadores de opinión hablan
de "guerra en Gaza". Esta definición forma parte del gigantesco
aparato de propaganda puesto en marcha por Israel y retomado por la
llamada Comunidad internacional así como una gran parte de los medios
de comunicación de masas. ¿Cómo hablar de guerra cuando de un lado se
encuentra la cuarta potencia militar del mundo y del otro una
población encerrada desde hace siete años en un bloqueo total sin que
tenga, para defenderse, más que cohetes artesanales cuyos daños
humanos y materiales son insignificantes?

Masacre en Gaza

Si se toman los dos últimos meses, el cómputo de muertos (aunque
resulte odioso decirlo y oírlo, es necesario precisarlo): 3 civiles
israelíes de un lado, 1 800 civiles palestinos de otro. Eso no es una
guerra, es una masacre: bombardear con la aviación, la artillería de
tierra y la marina 1,8 millones de personas encerradas en un
territorio no más grande que una aglomeración de tipo medio francesa
es, necesariamente, poner en el punto de mira la población civil, un
acto de terrorismo a gran escala.

Los medios puestos a disposición por el Estado israelí son totalmente
desproporcionados en relación a no importa qué objetivo militar. Ahora
bien, ¿de qué objetivo militar estamos hablando?

Al principio, sin ninguna prueba, Israel acusó a Hamas de haber
ordenado el secuestro y la ejecución de tres jóvenes colonos en
Cisjordania; Hamas no sólo lo negó sino que la lógica del acuerdo
sobre el gobierno palestino de unión nacional que acaba acordar con Al
Fatah contradecía semejante iniciativa. Ahora bien, para Israel… "si
no has sido tú, ha sido tu primo-hermano."

Cuando se habla de Hamas, se está hablando de Gaza donde Hamas detenta
el poder. Para Israel Gaza es igual a Hamas y jamás es igual a
terrorismo. Poco importa que allí habiten más de un millón y medio de
personas. Para la gran mayoría de israelís, Gaza no es un territorio o
una población sino una bomba de destrucción masiva que es preciso
desactivar a no importa qué precio. Desde hace tiempo, en el lenguaje
común israelí para decir "vete al diablo" se dice "vete a Gaza".

A los colones muertos se les ha olvidado rápidamente y se ha
comenzado, se ha vuelto a hablar de cohetes lanzados sobre las
localidades judías que vecinas a Gaza. Estos cohetes venían cayendo
desde hace años sin causar daños reales… y sin alterar la tranquilidad
de los habitantes del resto de Israel que apenas se sienten
concernidos por lo que se conoce como "la periferia", el equivalente
del extrarradio en Francia.

Fue con la ofensiva terrestre cuando se descubrieron los túneles
ofensivos (que no hay que confundir con los túneles que permitían
pasar desde Egipto los productos necesarios para la supervivencia de
los habitantes de Gaza, hasta que llegó el golpe de Estado de los
militares, aliados a Israel, que los destruyeron inmediatamente). Se
sabía que había túneles, pero la sorpresa de los israelís fue fuerte
cuando vieron la dimensión de estos túneles y los medios tecnológicos
que implicaban. Este es un nuevo fracaso de "los mejores servicios de
información del mundo" que siempre se ha llevado sorpresas: desde la
resistencia palestino-libanesa a la invasión en 1982, hasta la
capacidad de resistencia de Hezbolá en 2006, pasando por la Intifada
(1987-1990). Esto nos lleva a preguntarnos para qué sirven sus enormes
presupuestos…

De hecho, la ineficacia de los servicios de investigación no es
producto de la falta de formación o de tecnología, sino de la
política: la arrogancia colonial impide comprender e incluso ver al
colonizado. De la misma forma que los israelís fueron pillados por
sorpresa en 1982 (descubrieron que en Beirut había grandes inmuebles y
coches de lujo -sic-), tampoco fueron capaces de imaginar que los
gazaui pudieran construir ingeniosos túneles bajos sus barriadas.

Así pues ahora se trata de la guerra a causa de los túneles. Pero si
es así ¿por qué borrar del mapa barrios enteros de Gaza y provocar
cerca de dos mil víctimas civiles?, ¿qué busca Israel?

Objetivo: Mahmoud Abbas

Por muy extraño que parezca, el objetivo no era Gaza ni Hamas sino el
enemigo público número uno de Hamas: el presidente de la Autoridad
Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.

En efecto, nadie quiere más un acuerdo de paz con Israel que Mahmoud
Abbas, aún al precio de un compromiso que para muchos palestinos se
sitúa a límite de lo aceptable. El presidente palestino cuenta con el
apoyo de la "comunidad internacionales" que le considera el "socio
ineludible para la paz" entre Palestina e Israel. Una paz que, incluso
rebajada, supone el fin de la colonización y una retirada (de Israel)
de la mayor parte de Cisjordania.

Algo que entra en contradicción con el objetivo estratégico de los
diversos gobiernos de Tel Aviv, al menos tras el asesinato de Isaac
Rabin; es decir, con el proyecto de colonización -de hecho de anexión-
de Cisjordania. Una estrategia a largo pazo, planificada y puesta en
pie sistemáticamente por Yigal Alón y Ariel Sharon desde comienzos de
los años 1970.

Por tanto, para el gobierno israelí un gobierno palestino abierto a
compromisos es una amenaza, y una comunidad internacional -sobre todo
los Estados Unidos- decididos a hacer que las cosas avancen, una
catástrofe. La segunda parte de esta ecuación no está de actualidad,
como lo ha demostrado el fracaso humillante de la Misión Kerry hace unos meses.

La formación de un gobierno palestino de unión nacional refleja una
vieja aspiración nacional. En Israel este hecho se ha vivido esto como
una ganga: "Los veis, ha vociferado Tel Aviv, Abbas y Mashal: tanto
monta, monta tanto; ambos terroristas más o menos declarados, no
interlocutores para lograr la paz. Circulen, no hay nada que ver". Sin
embargo, para lograr este acuerdo Hamas hizo serios esfuerzos
políticos aceptando dejar que Abbas continuara las negociaciones a la
baja con Israel.

El problema para Netanyahu fue que este gobierno de unión nacional
logró el apoyo de la comunidad internacional; incluso el de la
Administración de Obama, hacia la que Netanyahu no oculta su
antipatía… que es compartida por la Casa Blanca, aunque ello no ponga
en cuestión el vínculo estratégico estructural que vincula a ambos
Estados. Es así como se puede entender la agresión contra Gaza y su
motivo final, que no son ni los cohetes, ni los túneles, cargarse a
Abbas y la amenaza de las negociaciones.

El ataque a Gaza y su fracaso

La operación debería de haber sido un paseo: fueron movilizados más de
60 000 reservistas, una poderosa artillería, centenares de blindados
y, sobretodo, la aviación. El objetivo inicial no estaba claro:
¿detener el lanzamiento de cohetes? ¿hacer caer el gobierno de Hamas?
El gabinete israelí no lograba ponerse de acuerdo. Lo que es cierto es
que al principio no se trataba de una operación terrestre.

Tras varias semanas de bombardeos sin precedentes y de destrucción
masiva, el ejército estuvo obligado de hacer balance: la operación fue
un fracaso, porque Hamas continuaba lanzando cohetes que alcanzaban la
aglomeración de Tel Aviv, Jerusalén e incluso el extrarradio de Haifa
en el norte.

Entonces en Tel-Aviv decidieron pasar a la operación terrestre en Gaza
que, como era previsible, se convertiría en una ratonera: más de 50
soldados muertos y Hamas defendiéndose con eficacia, guardado la
mayoría de sus posiciones defensivas y ofensivas. El lanzamiento de
cohetes continuaba como si nada.

Sin duda, tras este fiasco, se constituirán comisiones de
investigación para tratar de explicarlo; particularmente en lo que se
refiere a los servicios de investigación que no han sido capaces de
predecir nada, ni la extensión ni la sofisticación de los túneles, ni,
sobre todo, la capacidad de resistencia de Hamas y de la población.

El precio pagado por la población es gigantesco, pero Israel ha
perdido la guerra. El acuerdo que será firmado tarde o temprano, será
para Hamas -y los gazaui- mejor que la situación anterior, en
particular en lo que respecta al bloqueo.

A esto hay que añadir un nuevo deterioro de la imagen de Israel en
todo el mundo, y no solo entre las y los militantes y simpatizantes de
la causa palestina. Incluso la Administración estadounidense, que sin
embargo no ha escatimado esfuerzos para reforzar la capacidad militar
de su aliado estratégico, está en cólera contra la política de
Netanyahu, que no llega a comprender ni (desde el punto de vista
humanitario) a aceptarla sin más. Felizmente, para Netanyahu quedan
los Hollande y Valls…

Las negociaciones comenzaron bajo los auspicios de Egipto que está
lejos de ser un "mediador neutro". Ahora han sido suspendidas por
Israel, pero es evidente que se van a retomar pronto para establecer
un status quo que… aguantará lo que aguantará. Todo, o casi todo,
depende de la voluntad del poder israelí para tomarse una revancha,
que espera que sea exitosa.

Frente unido en Israel

Como hemos escrito al inicio del artículo, Gaza da miedo a los
israelís y cualquier justificación para atacar a su población es
válida, incluso la más infundada. Las raras voces de los comentaristas
que tratan de poner un poco de realidad en sus análisis son ahogadas
en el coro consensual. Es esto lo que explica la ausencia de una
oposición de masas a la agresión y a la masacre que produce.

Aun si ha habido concentraciones contra la guerra en Haifa, Tel Aviv y
Jerusalén, así como en la localidades árabes, desde los primeros día,
éstas han sido muy modestas (algunos cientos de personas). Se trataba
de lo que podemos denominar la "extrema izquierda", es decir, marginales.

En un momento pareció que la población comenzaba a despertarse: el 26
de julio, en la Plaza de los Reyes - donde fue asesinado Rabin en
1995- varios miles de hombres y mujeres se concentraron en lo que fue
la manifestación antiguerra más numerosa hasta el presente. Ahora
bien, ¿se trataba realmente de una manifestación contra la guerra?,
¿la mayoría de la gente acudió a la manifestación para expresar su
hastío por la masacre y en solidaridad con Gaza? No lo creo. Si
exceptuamos un pequeño millar de militantes, lo que motivó a los
habitantes de Tel Aviv fue Israel y su rápida transformación en una
sociedad fascista: la pequeña burguesía educada y acomodada de Tel
Aviv está en vías de perder su país beneficio de una extrema derecha
populista y de grupos fascistas cada vez más violentos.

Es el viejo Israel y más en concreto, la próspera y abierta al mundo
occidental Tel Aviv, la que los manifestantes han venido a defender;
no tanto a los mártires de Gaza. A sus ojos, este Israel está a punto
de hundirse; es lo que puede explicar el discurso desmoralizado de
algunos jóvenes que hablan de abandonar el país en el que,
literalmente, no soportan más el olor fétido. Más aún, cuando los
"intelectuales de izquierda", con la notable excepción del Profesor
Zeev Sternhel y, evidentemente, del gran humanista que es el
corresponsal de Haaretz, Gideon Levi, no se hacen notar por su
posicionamiento crítico.

Recientemente, escribí en mi Blog que Gaza emergerá de sus cenizas,
pero ¿podrá Israel encontrar un mínimo de humanidad? No parece
probable y todo se pasa como si se hubiera sobrepasado un límite en la
marcha suicida del Estado y de la sociedad israelí.

La indispensable solidaridad internacional

Las acciones de protesta contra los crímenes de Gaza y en solidaridad
con sus habitantes han sido numerosas y masivas a lo largo del
planeta. A la legítima rabia se añaden una fuerte demanda de poner fin
a la impunidad de la que goza el Estado judío.

El gobierno Francés, una vez más desde la victoria de François
Hollande, se ha destacado por un comportamiento miserable frente a las
protestas no sólo legítimas sino naturales, prohibiendo por dos veces
manifestaciones en Paris. Felizmente, el pueblo francés que tiene más
sentido moral y político que aquellos a quienes ha elegido, ha sido
capaz de desafiar estas prohibiciones sin sentido. Entonces, Valls y
compañía han lanzado su último cartucho asimilando el apoyo a las
víctimas palestinas con el antisemitismo. Esta sórdida manipulación
que se ha utilizado si límites sirve para paralizar a los más
moderados, en particular en los media. Esta identificación del
gobierno socialista (pero no de todos sus electos) francés con Israel
y la política de dos pesos, dos medidas, no hace más que el juego a
los antisemitas y a su estúpido discurso sobre el "lobby judío que
tira de los hilos". También puede contribuir a desbordamientos en el
movimiento de solidaridad y, en particular, entre los manifestantes
menos politizados, a quienes a veces la rabia les ciega.

Sin duda, los miles de muertos en Gaza, esta inmensa masacre de
civiles inocentes, han marcado los espíritus profundamente y por largo
tiempo. Ahora se trata de capitalizar esta indignación en un
movimiento perenne, tanto a nivel nacional como internacional, que no
sea solo producto de esta indignación natural sino se arme de una
estrategia a largo plaza contra el Estado colonial israelí y su política.

Es ahí que la campaña BDS (boicot, desinversiones, sanciones) adquiere
toda su importancia: Israel debe ser puesta fuera de la ley en el
espacio público, rechazada por la comunidad internacional y, en tanto
se llegue a ello, puesta en el banquillo de los acusados por la
sociedades civiles y sus instituciones (movimientos, partidos
políticos, sindicatos e incluso empresas). Eso es posible y ya se
hace. No hay ninguna duda que la masare de Gaza va a contribuir
ampliamente al reforzamiento de este movimiento global.

En el marco de la campaña BDS, es urgente exigir de los gobiernos y de
las instancias internacionales la inculpación ante instituciones
locales e internacionales de los responsables políticos y militares
israelís de la masacre de Gaza. Los crímenes de guerra y los crímenes
contra la humanidad no prescriben. Todos juntos deberíamos gritar alto
y fuerte: ¡ninguna impunidad para los asesinos de Gaza!

Agosto 2014

Artículo escrito para Inprecor (607/608, agosto/setiembre 2014)

Michel Warschawski (1949, Estrasburgo) es periodista y militante
pacifista de la extrema izquierda israelí; confundador y presidente
del Centro de Información Alternativa (AIC) en Jerusalén.

Traducción VIENTO SUR

tomado de: http://vientosur.info/spip.php?article9322

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