–Parece un proyecto inédito en Morelos dar voz a las reclusas en las cárceles a través de un trabajo como el del taller literario y la publicación de su trabajo. ¿Cómo se originó el proyecto editorial Hermanas en la Sombra?
–Efectivamente, es un proyecto que no se había desarrollado antes de 2007, año en que fui asignada como tallerista del programa “Mujer, escribir cambia tu vida”. Hasta entonces sólo se habían dado talleres de manera aislada, principalmente en el penal varonil de Atlacomulco. Al encontrarme por primera vez con ese grupo de quince mujeres presas interesadas en escribir, mi vocación se manifestó de inmediato y supe que en ese lugar encontraría el significado más profundo a mis cuestionamientos existenciales. Recuerdo mis primeras conversaciones con Socorro Venegas, la impulsora inicial de este programa, en el que nos asombramos de la inverosimilitud de las razones que habían llevado a algunas de estas mujeres a la cárcel y nos sorprendimos ante hechos reales que superaban a la fantasía. Lo que determinó mi permanencia en ese lugar fue mi interés por el trabajo editorial, que encontró eco en el entonces Patronato para la Readaptación, que en su calidad de ente autónomo y descentralizado me contrató para elaborar una gaceta mensual impresa en el penal varonil. Ésta se alimentó de los productos de los talleres literarios con perspectiva de género que impartí a hombres y mujeres. La primera publicación fue un número especial de la revista feminista En-aguas Zurcidas, con la participación de Xochiquetzal Salazar, Bárbara Durán y Denisse Buendía.
Durante dos años fungí como coordinadora de comunicación y cultura del patronato y editora de la gaceta Y Ahora Qué Sigue, con un tiraje mensual de 3 mil ejemplares, que se distribuyeron en ambos penales, entre el personal de éstos, los familiares y las instituciones.
Al extinguirse el Patronato y con él la gaceta carcelaria, obtuve el apoyo de Conaculta para la publicación de Específica, revista cultural con perspectiva de género para grupos vulnerables. Duró dos años, uno con apoyo oficial y otro tratando de ser sustentable con la publicidad. Esa revista incluyó cultura carcelaria en todos sus números.
En ese tiempo se trabajó en la edición del libro-video, Bajo la sombra del Guamúchil, para compilar los resultados del Taller Historias de Vida que la antropóloga Aída Hernández llevó a cabo durante dos años bajo los auspicios del CIESAS y del Patronato. Fue publicado gracias a los fondos internacionales de IGWIA (International Work Group for Indigenous Affaires). Marina Ruiz entró en 2011 a impartir un taller de libros artesanales, de donde nace la publicación cartonera Fragmentos de Mujer. Continuamos con la publicación de un libro-objeto, que es una caja de plaquettesbarnizada con café llamada Mujeres habitando un sueño de libertad. En ese mismo año publicamos otro libro artesanal elaborado por las mismas autoras internas llamado Mareas cautivas, que fue presentado en un simposio académico en Nottingham, Inglaterra, junto con el libro video Bajo la sombra del Guamúchil en 2012. En 2014 ya hemos publicado un calendario ilustrado por las internas y otro libro-objeto en conjunto con las internas de Santa Martha, a través de la UNAM.
–Obtuviste el apoyo del INBA para la edición de tres títulos. ¿Qué resultados tuvo la convocatoria para este proyecto? ¿Cómo ha recibido el lector estos libros?, porque han despertado la curiosidad sobre cómo se ve el mundo detrás de los muros.
–El apoyo del INBA se obtuvo gracias la trayectoria de la Colectiva y a la calidad de sus publicaciones. Me parece un acierto reconocer que es posible producir cultura desde un lugar invisibilizado y rechazado por la sociedad. Precisamente en estos lugares es donde hay que mirar para sanar a la sociedad en su conjunto. Las publicaciones han sido recibidas con interés en los medios académicos y culturales. En diciembre de 2013 las tres editoras hicimos una gira de presentaciones en tres universidades de Inglaterra. Los libros se encuentran en bibliotecas de universidades europeas y también los hemos enviado a cada uno de los estados de la República.
–Parece como si la escritura funcionara como válvula de escape. ¿Cómo observas esto en las participantes de los libros?
–Hemos tenido fantasías de fugas colectivas, y las hemos realizado con la escritura. A través de sus palabras, las internas han viajado fuera de la prisión, no sólo en su vivencia interior, sino al ser miradas por personas en el exterior y escuchadas en su verdad. Uno de los aspectos que más me conmueve del trabajo de escritura con las internas es su sinceridad y valentía.
En un lugar como la cárcel, los sentimientos son poco gratos y se evitan en la medida de lo posible, se vive en una especie de coma emocional. Sin embargo, en el taller de escritura de la Colectiva no sólo nos atrevemos a sentir, sino a comunicarlo con toda honestidad. De esta manera se resignifica el encierro y el dolor se comparte en forma de poesía, el arte contribuye a sanar la herida de la separación.
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viernes, 22 de agosto de 2014
LA ESCRITURA COMO VÁLVULA DE ESCAPE (entrevista con Elena de Hoyos), Ricardo Venegas
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