Mundo confuso
Le pedí a la música en el sendero
de estos tamboriles extraviados,
que cesara la guerra de los dados
que marcaban el paso de este agüero.
Trasmigré con todos mis aguaceros
a la morada del buey sagrado
y le canté al cascabel de los prados
el repertorio del pobre sin te quiero.
Con lluvia, me llamaron agorero,
con el viento, violento me dijeron,
con el Sol, lazarillo me pusieron.
Con la muerte, nada más me decían
que el serpenteo del hambre del gusano,
y el vuelo de las moscas se ceñía.
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