lunes, 24 de marzo de 2014

AUTORITARISMO E IGNORANCIA, Juan Domingo Argûelles

Juan Domingo Argüelles
Nombres propios: autoritarismo e ignorancia

La directora general del Registro Civil de Sonora, Cristina Ramírez Peralta, salió a presumir en los medios la prohibición, en ese estado, de sesenta nombres propios. Oronda, dijo que esta prohibición es para “proteger a los niños sonorenses de sufrir bullying en las escuelas”, y justificó el abuso de autoridad amparándose en el artículo 46 de la Ley del Registro Civil local que “prohíbe registrar al menor con nombre propio que sea peyorativo, discriminatorio, infamante, denigrante, carente de significado o que constituya un signo o siglas”. Según la funcionaria, esto “es un acto de buena fe para que los padres tomen conciencia”. Pero ningún abuso de autoridad puede ser de buena fe.

Los nombres proscritos en Sonora son los siguientes: Aceituno, All Power, Anivdelarev, Aguinaldo, Batman, Benefecia, Burger King, Caraciola, Caralampio, Cheyenne, Christmas Day, Cacerolo, Cesárea, Circuncisión, Culebro, Delgadina, Diódoro, Email, Escroto, Espinacia, Facebook, Fulanito, Gordonia, Gorgonio, Harry Potter, Hermione, Hitler, Hurraca, Iluminada, Indio, James Bond, Lady Di, Marciana, Masiosare, Micheline, Patrocinio, Panuncio, Petronilo, Piritipio, Privado, Pocahontas, Procopio, Pomponio, Rambo, Robocop, Rocky, Rolling Stone, Terminator, Sonora Querida, Sobeida, Telésforo, Tránsito, Tremebundo, Twitter, Usnavy, Virgen, Verulo, Yahoo y Zoila Rosa. (Vale decir que ninguno de los nombres prohibidos corresponde a los de los diputados de la LX Legislatura sonorense, entre los cuales hay una Perla Zuzuki, un Próspero, un Vernon, una Shirley y un Gildardo.)

En México, los “legisladores” suelen hacer leyes a partir de sus ocurrencias y en razón de su ignorancia y analfabetismo. La Ley del Registro Civil de Sonora es un atentado contra la libertad y ya la Comisión Estatal de Derechos Humanos inició una queja de oficio, por una razón evidente: nadie (y menos el Estado) puede limitar la libertad de los ciudadanos de poner a sus hijos los nombres que se les dé la gana. Una ciudadana sonorense llamada Sobeida se inconformó por el hecho de que, en caso de tener una hija, le sea prohibido ponerle ese mismo nombre. Y la Constitución política le dará la razón. Apanicado, el panista que promovió la nueva ley (¡y que se llama Luis Nieves Robinson!) ya anunció que meterá reversa para, en vez de “prohibir”, “sugerir” a los padres que no registren a sus hijos con nombres “que puedan causarles problemas en el futuro”. (A ver cómo entienden los brillantes funcionarios del Registro Civil el verbo “sugerir”.)
Los diputados ignoran, como es obvio, las sutilezas y los poderes del lenguaje. Más allá de los nombres extravagantes que los padres les enjaretan a sus hijos, ¿de dónde sacan los “legisladores” que pueden prohibir nombres tan romanos y castellanos como Caralampio, Cesárea, Delgadina, Diódoro, Gorgonio, Marciana, Patrocinio, Petronilo, Procopio, Sobeida, Telésforo, Tránsito y Virgen? ¿Y qué noción tendrán de la eufonía si no distinguen la intención poética en Zoila Rosa?

¿Y qué harán con los apellidos? ¿Prohibirlos también? Agapito no está entre los nombres proscritos. El señor Peláez puede nombrar Agapito a su hijo. Y Agapito Peláez irá por el mundo albureándonos, ¡porque ese es su nombre y punto! Isela tampoco está proscrito en Sonora, cuando el albur es facilísimo para el bullying: Isela recuerdo, Isela dejo ir, etcétera. Salomé tampoco tiene prohibición. El señor Terán, puede ponerle Salomé a su hija. Y Salomé Terán al igual que Agapito Peláez no tienen por qué esconder sus nombres, pero, a lo mejor, el Registro Civil de Sonora les prohibirá sus apellidos. ¿Protección contra el bullying? ¿Y qué puede hacer el niño Porfirio si su padre se apellida Bello y su madre Del Hoyo?, ¿y qué hace la niña Itzel, si su padre se apellida Zepeda y su madre, Urrea? Porfirio Bello del Hoyo e Itzel Zepeda Urrea simplemente no tuvieron suerte.

En Querétaro la directora estatal del Registro Civil, Martha Fabiola Larrondo Montes, afirmó que también allá se prohíbe a los padres “registrar a sus hijos con nombres raros, a fin de que no los expongan al escarnio”. ¿Y con qué derecho? Nada más por sus pistolas. ¿Nombres raros? ¿Escarnio? No hace falta llamarse Torcuato, Próculo, Robocop o Casiano para ser motivo de burla. Basta con apellidarse Larrondo.

La solución no está en prohibir el uso de nombres propios, sino en educar, para enseñar la eufonía del idioma, que es lo más cercano a la poesía. Sólo así dejarán de existir las Yésica Galindo, los Benito Camelo, las Alma Madero, las Dolores Meraz, etcétera. Pero prohibir el uso de determinados nombres propios es autoritarismo, fundamentalismo e ignorancia de los derechos humanos.

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