Homs, capital de la revolución
Abdul Basset Saroot es una celebridad en Siria y especialmente en su ciudad natal de Homs. Basset es un joven bien parecido y carismático, fue portero suplente de las fuerzas inferiores de su equipo nacional y es un exitoso cantante popular que participó desde las primeras manifestaciones anticorrupción y a favor de los derechos humanos, inspiradas en la efervescencia eufórica de la Primavera árabe, que comenzó el 19 de diciembre de 2010. Después de décadas de autoritarismo, represión y corrupción, el pueblo salió a las calles a manifestarse pacíficamente en marzo de 2011 en la ciudad de Daraa y fue reprimido de forma sanguinaria por el régimen de Bashar el Assad. Homs se convirtió en la capital de la revolución y centro de operaciones del Ejército Libre Sirio (ELS). En consecuencia, fue la primera ciudad en ser bombardeada por la artillería del ejército y es probablemente la zona urbana con mayores pérdidas materiales y humanas en la guerra civil.
La resistencia pasiva es inútil
El documental Regreso a Homs, de Talal Derki, es un registro, filmado entre 2011 y 2013, del crescendo atroz de la violencia que evolucionó en una guerra fratricida entre el ejército y el pueblo. La cinta de Derki se enfoca en Basset y sus amigos, quienes después de la matanza de Khalediya en febrero de 2012 deciden que “la resistencia pacífica es inútil”. Los morteros del gobierno asesinan el espíritu de las manifestaciones masivas donde se cantaban canciones de protesta, se bailaba, se coreaban eslóganes y se intentaba convencer al gobierno de la urgencia de democratizarse. La caída de la ciudad en el caos parece suceder en un parpadeo y, al tiempo que las construcciones quedan reducidas a ruinas y las calles cubiertas de escombros, cientos de miles de habitantes huyen, dejando Homs a las tropas, a los rebeldes y a los más pobres y frágiles, a aquellos que no tenían a dónde escapar o la fuerza para abandonar su ciudad.
Regreso a Homs |
Ciudad invertida
El nivel de desolación de Homs alcanza tonos apocalípticos cuando el cineasta acompaña a los rebeldes a recorrer la ciudad a través de un sistema de túneles creados al romper paredes entre las casas abandonadas, con lo que hacen pasadizos relativamente protegidos de los francotiradores y de los puestos de control del ejército. Esta red de salas, comedores y habitaciones se convierte en una urbe invertida, una geografía destripada y un doloroso periférico a través de la intimidad doméstica de las familias ausentes. Los muebles rotos y los objetos abandonados parecen reliquias de un mundo perdido, fósiles emocionales, reconocibles pero despojados de todo significado en una ciudad fantasma. Las vísceras laberínticas de esa urbe despedazada son el símbolo más elocuente del estado en que se encuentra Siria hoy.
La cara humana de la resistencia
Regreso a Homs describe una inmensa tragedia a través de la destrucción de una ciudad, y en particular de la matanza de un grupo de amigos, pero en realidad se trata de la épica de un héroe, un joven valiente que organiza, pelea, expresa sus emociones cantando y anima a sus compañeros a seguir en la lucha. Pero lejos de ser el retrato de un líder inquebrantable, vemos a un Basset devastado, confundido y seriamente herido, que sin embargo vuelve una y otra vez a la batalla con la obsesión de liberar a su ciudad. La cinta es importante, ya que contrapone la imagen de una guerrilla humana al diluvio de imágenes que han surgido de este conflicto, que circulan por internet y en las que se muestran escenas aterradoras y confusas, desde aquélla del rebelde que le arranca el corazón a un enemigo para morderlo, hasta toda clase de crímenes de guerra, incluyendo el presunto ataque con armas químicas en agosto de 2013. Aquí se muestra cómo se integran a la guerrilla de Basset soldados desertores del ejército y jihadistas salafis, y se explica que reciben armas de donadores extranjeros. La revuelta sería imposible sin esos mínimos recursos y sin la ayuda de individuos con experiencia militar, aunque algunos de ellos provengan de las filas del fundamentalismo armado; sin embargo, esto compromete la integridad e imagen del ELS.
¿Mito bélico?
Derki y su equipo filmaron hasta donde fue posible, arriesgando sus vidas, y después dejaron cámaras a los propios combatientes, quienes registraron imágenes sin precedente de la tragedia. Aunque la intención es convencer de que la justicia está del lado de Basset y sus hombres, en ningún momento el filme celebra el nefasto mito de la guerra, esa ideología necrófila que pregonan principalmente quienes nunca han tenido que defender a su familia y vecinos de las bombas y cañones de un enemigo inmensamente superior.
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