lunes, 24 de marzo de 2014

DOS POETAS DE POLONIA

Dos poetas

Wislawa Szimborska

A todos alguna vez
A todos alguna vez se les muere alguien cercano,
entre ser y no ser
obligado a escoger lo segundo.
Nos cuesta reconocer que es un acto banal,
conectado con el transcurso de los hechos,
de acuerdo con los procedimientos;
antes o después a la orden del día,
de la tarde, de la noche o del pálido amanecer;
y evidente como un dato en un registro,
como un apartado en un código,
como una fecha cualquiera
en el calendario.
Pero esas son las leyes e infracciones de la naturaleza.
Así, como al azar, su presagio y naufragio.
Esa su evidencia y omnipotencia.
Y sólo en ocasiones,
cierta amabilidad de su parte:
a nuestros muertos cercanos
nos los pone en los sueños.
Hay quienes
Hay quienes llevan a cabo la vida más hábilmente.
Tienen orden en su interior y a su alrededor.
Para todo la manera y la respuesta adecuada.
Adivinan inmediatamente quién a quién, quién con quién,
con qué objetivo, por dónde.
Ponen el sello en las verdades absolutas,
arrojan a la trituradora los hechos innecesarios,
y a las personas desconocidas
a las carpetas destinadas a ellas de antemano.
Piensan justo lo debido
ni un segundo más,
porque tras ese segundo acecha la duda.
Y cuando los dan de baja de la existencia,
dejan su puesto
por la puerta señalada.
A veces los envidio
–afortunadamente se me pasa.



Ewa Lipska

Movimiento
No imaginé
que me llamara el pájaro
y me dijera
que volamos juntos en este mundo.
Y aunque yo sin alas
y él sin rostro humano
leemos conjuntamente el movimiento.
La lectura de la existencia.
Cracovia
¿Qué sé de mi país?
Una minusválida nube
gira sobre mí
cuando cruzo la frontera
y pongo la radio del coche.
Un fascista de derechas añora a Hitler.
Una pecaminosa oración en los éxitos musicales.
Admiro la toalla del campo.
Los rasgos semíticos de las montañas.
La ordinaria vida de las pequeñas ciudades.
Las expresivas características de la puesta de sol.
¿Qué sé de mi país?
Llegan volando las campanas
y tocan a alarma.
Se tambalea la tarde
cuando me acerco a la ciudad.
A una ciudad
que echo de menos
y mis amigos dicen:
por suerte hay suerte
y se puede vivir aquí.
Versiones de Abel Murcia y Gerardo Beltrán

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