Wislawa Szimborska
A todos alguna vez
A todos alguna vez se les muere alguien cercano, entre ser y no ser obligado a escoger lo segundo.
Nos cuesta reconocer que es un acto banal, conectado con el transcurso de los hechos, de acuerdo con los procedimientos;
antes o después a la orden del día, de la tarde, de la noche o del pálido amanecer;
y evidente como un dato en un registro, como un apartado en un código, como una fecha cualquiera en el calendario.
Pero esas son las leyes e infracciones de la naturaleza. Así, como al azar, su presagio y naufragio. Esa su evidencia y omnipotencia.
Y sólo en ocasiones, cierta amabilidad de su parte: a nuestros muertos cercanos nos los pone en los sueños.
Hay quienes
Hay quienes llevan a cabo la vida más hábilmente. Tienen orden en su interior y a su alrededor. Para todo la manera y la respuesta adecuada.
Adivinan inmediatamente quién a quién, quién con quién, con qué objetivo, por dónde.
Ponen el sello en las verdades absolutas, arrojan a la trituradora los hechos innecesarios, y a las personas desconocidas a las carpetas destinadas a ellas de antemano.
Piensan justo lo debido ni un segundo más, porque tras ese segundo acecha la duda.
Y cuando los dan de baja de la existencia, dejan su puesto por la puerta señalada.
A veces los envidio –afortunadamente se me pasa.
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