martes, 11 de febrero de 2014

ARETÍ (para Miltos Sajturis), Hugo Gutiérrez Vega

Para Miltos Sajturis
Aretí es la única y verdaderamente virtuosa prostituta de la isla.
Tiene treinta y dos años y es alta y morena. Lo más notable de su rostro son las cejas pobladas y los ojos casi negros y siempre brillantes. Tiene senos pesados y redondos, anchas caderas y piernas largas e inquietas. Un ligero bozo agrega misterio a su boca de labio gruesos y húmedos.
Habla poco, pero sabemos de su llegada a la isla con un marinero de Cefalonia, hace unos diez años.
El marinero se fue para no regresar.
Aretí se quedó sola, con un hatillo de ropa y una casita cuya renta debía pagar puntualmente.
Se ofrece por una precisa cantidad de dracmas, ajena a los regateos.
Se entrega de una manera honesta y total y es amable y comprensiva hasta con los violentos y los despreciativos.
No agradece nada ni espera agradecimientos.
Hasta las más rezanderas de la isla aceptan su función indispensable, y Papa Yorgos jamás ha censurado su conducta.
Cuando amanece, antes de irse sola a la cama, se queda en la pequeña terraza esperando el primer rayo del sol.
Se retira cuando la isla es un juego de colores tenues y de nubes veloces.
Es entonces cuando Aretí llora un poco sin pensar en los motivos de sus lágrimas.
Se limpia los ojos y, mientras bebe café canta la vieja canción aprendida de su madre en la isla remota apenas dibujada en su memoria.

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